La alergóloga del Hospital da Costa Teresa González asegura que es imposible saber si una persona es alérgica al veneno de las avispas o las abejas sin que estos insectos la piquen. "Si no hubo una picadura previa con una reacción alérgica es difícil prever el riesgo futuro de hacernos alérgicos, pero es necesaria una primera exposición para hacerse alérgico mañana". Tras el ataque puede realizarse un estudio para determinarlo y si es positivo aconsejar la vacuna corresponda, un proceso que se realiza de manera periódica durante cinco años. Además, los alérgicos deben tener a mano antihistamínicos y adrenalina para atajar una posible reacción.
La especialista subraya la alta similitud entre el veneno de la avispa autóctona y la velutina. González asegura que estas últimas "son tranquilas, no son más agresivas que las comunes y solo atacan si ven su nido en peligro".
Teresa González considera que la plaga de velutina "no es un problema de salud pública para las personas, sino un problema ecológico, porque está desplazando a la especie común y matando a las abejas". De ahí que también reciban el nombre de asesinas.
La alergóloga explica además que la reacción que sufra una persona puede darse en distintos grados, desde la leve, cuyos signos serían el picor, hinchazón y prurito de color rojo, hasta la grave, que afectaría a un par de articulaciones y que requeriría de un antihistamínicos o de corticoides oral para evitar una sobreinfección, hasta la muy grave, que implicaría falta de aire, mareos, pérdida del conocimiento y vómitos, afectando a todo el cuerpo.
González indica que un alimento o un fármaco también puede producir una reacción grave, no solo los himenópteros son los agentes causantes. Añade que la vacuna para los alérgicos difiere si lo son a las abejas o a las avispas.
