Los efectos de la actividad maderera se hacen más evidentes con la llegada de las lluvias, dado que el terreno se reblandece y se producen más daños en infraestructuras públicas, algo que evidencian los vecinos de Boimente, que un año más alertan de los destrozos que «fan aínda máis perigosa a condución polo rural».
Lo dice Gloria Rouco, que además de vecina es secretaria de la asociación de mujeres rurales Fraga das Saímas, un colectivo que incluso llegó a redactar un reglamento, que se debatió en un pleno municipal, para que los maderistas ocasionaran los menos daños posibles y que dejaran las pistas en su estado original. «A madeira hai que sacala, pero non entendo como empezan a facelo cando chega a época das augas, por que non traballan nos meses que está máis seco», se pregunta la vecina, que no ve comprensible esta situación.
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