Urbaser, 'crack' en horas bajas

FLORENTINO PÉREZ tiene un problema en Lugo y seguramente ni lo sabe. No se trata de ninguna joven promesa del Real Madrid que quiera fichar el avispado Carlos Mouriz, sino que el presidente del grupos ACS, propietario de la empresa concesionaria del servicio de limpieza en Lugo, tiene en pie de guerra a la plantilla lucense de Urbaser y a una ciudad atestada de basura en plena fiesta del Arde Lucus.

Puede que a estas horas ni siquiera haya sobre la mesa de Florentino Pérez ningún informe de la situación, quizá porque los directivos de esta división del grupo no quieren importunarle con menudencias, dado que la capital lucense es solo una pequeña ciudad del centenar que gestiona en todo el mundo y que, incluso, ni aparece bien nombrada en la página web de la empresa, donde se le denomina Santiago de Lugo.

Sin embargo, dentro de la treintena de empresas que trabajan para el Concello lucense, Urbaser bien podría catalogarse como el fichaje estrella, el CR7 de las concesionarias, dado que cobra anualmente como se les suele pagar a los ‘crack’ del mundo del fútbol, cerca de ocho millones de euros, por recoger la basura, limpiar las calles y gestionar el punto limpio de O Ceao.

Pero el que debería ser buque insignia de la gestión en el Concello de Lugo vive horas bajas a raíz de un conflicto laboral con una plantilla que declaró una huelga indefinida por el incumplimiento de un acuerdo salarial adoptado en la anterior negociación, una situación que no hizo más que agravarse tras los movimientos erráticos de la empresa, los sindicatos y el gobierno local.

Con doce trabajadores despedidos, el comité de huelga expedientado y unos servicios mínimos incumplidos, la huelga parece enquistada y todo apunta a que se prolongará más allá del Arde Lucus si alguna de las partes no da su brazo a torcer. Y lo único claro es que a estas alturas es que todos ya han perdido: la empresa, porque le serán descontados los días de inactividad y se gana la fama entre los lucenses de ser una entidad más preocupada de recaudar que de mantener la paz social con su plantilla y la ciudad en estado de revista. También perderán los trabajadores que, al margen de unos despidos que siempre pueden ser reconsiderados, ya casi llevan descontada por las jornadas de huelga la subida salarial que reclamaban al inicio de la huelga. Aunque quizá la peor parte se la lleve la imagen de la ciudad en unos días de gran afluencia de visitantes y un gobierno local que no se decidió a actuar hasta última hora, como si la privatización de un servicio supusiera eludir cualquier responsabilidad posterior.

El ejecutivo local quizá creyó que el sindicato mayoritario en Urbaser, la UGT, no le haría la faena a Orozco de tenerle la ciudad hecha un cisco en plena fiesta, pero sí ocurrió y, además, el comité de huelga ya ni se reúne con el grupo municipal socialista y, en cambio, acude a explicarle la situación a la dirección provincial del PSOE.

También parece haberse fiado demasiado el gobierno local de que Urbaser daría su brazo a torcer y aceptaría las pretensiones salariales de la plantilla. Mal hecho, porque si hay una máxima en los últimos años en esta empresa es la de lograr una buena cuenta de resultados que la convierta en un bocado apetecible para los inversores, pues el grupo ACS lleva tiempo intentando vender esta división medioambiental, así como la energías renovables, para hacer caja con la que afrontar su alto grado de endeudamiento. De hecho, la estrategia inmovilista por parte de los directivos de Urbaser en las negociaciones colectivas quedó demostrada en otras huelgas cercanas como la de Vilalba o A Coruña.

Claro que en el conflicto de Lugo la empresa parece no tener clara la estrategia, ya que tras los doce despidos del primer día de trabajadores que no acudieron a cubrir los servicios mínimos el primer día, no volvió a recurrir a esta drástica medida y se limitó a abrir expedientes al comité de huelga, poniendo como condición para la retirada de estas actuaciones la desconvocatoria de la huelga. De prolongarse la situación de paro, la firma ser podría exponer incluso a una rescisión de contrato y a la remunicipalición del servicio, aunque parece difícil que el gobierno local se atreva con una medida tan contundente que puede acabar con un pleito judicial con la empresa y la integración en la plantilla del Concello de los 139 trabajadores.

Además, teniendo en cuenta el atasco que sufren los procesos de licitación de servicios municipales, tampoco sería una solución la convocatoria de un nuevo concurso público, por lo que Urbaser, que lleva con la concesión en Lugo desde el año 1996, parece difícil que pueda perder tan jugoso contrato.

Tragsa, una empresa pública de un gobierno no amigo que genera recelos

La empresa pública Tragsa, propiedad del Ministerio de Medio Ambiente, es una especie de señor Lobo que llega para solucionarle problemas a las administraciones con exceso de basura. Lo hace eso sí con mayor diligencia cuando se trata de gobiernos amigos y solo hay que recordar la capacidad de movilización que tuvo en Galicia a raíz de la catástrofe del Prestige o cuando la alcaldesa de Madrid Ana Botella la llamó hace ocho meses para actuar tras trece días de huelga de basura en la ciudad.

El Concello de Lugo creía que solo con levantar el teléfono ya estaba, aunque tras ver que era necesario contar con una alerta sanitaria para poder movilizar a los servicios de Tragsa, tuvo que dar marcha atrás a los planes de limpieza de la noche anterior al Arde Lucus. El portavoz del gobierno local, Luis Álvarez, acusó a los directivos de cambiar de postura y poner trabas en el último momento y cree que hubo intereses políticos detrás de la decisión, aunque desde el PP le recordaron que todo trámite tiene su cauce y que nadie se lo puede saltar.

(Publicado en la edición impresa el 14 de junio de 2014)

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