Mónica Fernández, nacida hace 42 años en el pueblo de Orxais (Quiroga), donde residen sus padres, es la ganadora del premio nacional de jefa de sala de restaurante 2016, un galardón que otorga la Real Academia de Gastronomía. Mónica trabaja desde hace once años en el prestigioso establecimiento 99 Sushi Bar, de Madrid.
Esta quiroguesa, que recibirá la distinción el próximo lunes en una gala en el Hotel Hesperia de Madrid, ha conseguido el reconocimiento con el respaldo de los votos de un jurado anónimo que, no obstante, da cuenta de su veredicto a un notario. Entre esas personas que forman el jurado, algunas pertenecen a la Real Academia de Gastronomía, a la Cofradía de la Buena Mesa y a las academias autonómicas de gastronomía, así como a locales particulares elegidos por esas organizaciones. Mónica fue seleccionada este año para optar al premio frente a Kontxi Beobide y Diego Sandoval, de los emblemáticos restaurantes Arzak y Coque, respectivamente.
A LA SEGUNDA. El año pasado, Mónica Fernández ya había sido seleccionada para la final. "Aquello ya fue un gran triunfo, al igual que cuando este año me dijeron que era otra vez finalista. Ganar es haber conseguido un sueño irrealizable o impensable. Es algo que a pesar de desearlo mucho no lo puedes conseguir si no haces bien tu trabajo y si no se fijan en una. Hay otros sueños que son realizables, como comprar un coche, pero aquí no sabes cuáles son los parámetros que utilizan quienes te valoran, porque desconoces al jurado", destaca.
Sobre las claves para conseguir el premio, menciona el "trabajo, constancia, perseverancia y empeño", pero aclara que "eso lo puede hacer cualquier persona en todos los ámbitos", si bien puntualiza que "es fundamental tener una línea y, sobre todo, que fue lo mejor que me pasó en el restaurante donde trabajo, es que te dejen actuar por tu cuenta".
Añade que para llevar correctamente un comedor hay que "tener siempre al cliente como lo más importante, adaptarte a sus necesidades y, si es posible, adelantarte a sus necesidades".
A LOS 18 AÑOS. Esta quiroguesa, que se fue a Madrid a la casa de sus tíos a los 18 años en busca de trabajo, comenzó desde abajo en el mundo de la restauración. "Hice de todo. Empecé en una cocina y al gustarme el sector empecé a formarme, por ejemplo como sumiller en la Cámara de Comercio. Después estuve en reconocidos restaurantes y desde hace once años, en el 99 Sushi Bar", explica.
Reconoce que "no fue fácil el trayecto, pero con empeño y dedicación se llega a la meta. También tengo que dar gracias a este restaurante por confiar tanto en mí y que en muchos casos se adopten mis propuestas. Sobre mi trabajo, quiero destacar la labor del equipo, en especial de los chefs ejecutivos Roberto Limas y David Arai". Entre sus ilusiones, está el seguir con el nivel alcanzado o incluso superarlo. Eso sí, deja claro que siempre en el 99 Sushi Bar, porque "es algo más que un lugar de trabajo ya que hay una relación increíble. Por eso tampoco pienso montar un restaurante".
La primera quiroguesa designada premio nacional de jefa de sala de restaurante es de las personas que no olvidan sus orígenes. Es más, cada vez que puede viaja a ver a sus padres y vecinos. "Es todo un orgullo ser de un pueblo pequeño, en este caso de Quiroga. El premio se lo dedico al equipo y a mis familiares, así como a mi pueblo y al resto de vecinos de la Ribeira Sacra", remarca muy ilusionada.
En su carta de vinos también están presentes varios de la denominación. "No es por hacer patria, pero los vinos Ribeira Sacra son ya muy conocidos. La gente los demanda como los de otras denominaciones de origen. En ocasiones, incluso mucho más por su frescura y por ser novedosos, diferentes".
En su opinión, "los viticultores, bodegueros y enólogos de la zona se marcaron una meta, como hice yo, y con tenacidad llegaron a ella. Ahora hay que mantenerse".
