Una planta de calabaza invade la finca de unos vecinos de Trobo

Mari Carmen Arias, en su finca de Trobo. (Foto. C.Arias)
photo_camera Mari Carmen Arias, en su finca de Trobo. (Foto. C.Arias)

Una planta de calabaza invade desde hace días la finca de unos vecinos de la parroquia begontina de Trobo, que ven con «mucha sorpresa» como su finca va desapareciendo bajo las ramificaciones de la planta, que la convierten en «una selva».

A principios de julio esta pareja decidió plantar en su huerta una nueva especie, la calabaza de cabello de ángel, porque «mi cuñada las quería para hacer pasteles», recuerda la dueña de la finca, que bromea con que con la cantidad de calabazas que hay ahora -actualmente suman más de medio centenar y aún quedan muchas por nacer- «puede hacer pasteles y pasteles».

Las semillas de la planta brotaron pronto, recuerdan los dueños, que aseguran que la planta «fue creciendo poco a poco y cada vez más» y las ramificaciones fueron multiplicándose con rapidez. «Invadieron toda la finca, llegan a la carretera, crecieron por todo el cierre y también por fuera, por el medio de las hortensias y trepan por los árboles, los rodean», aseguran, todavía incrédulos frente a una planta que desconocían y que se lleva por delante otras plantaciones.

«El pez grande se come al pequeño y la calabaza de cabello de ángel lo invade todo y secó las que plantamos de comer», dicen, mientras aseguran que era la primera vez que plantaban esta especie y que no se esperaban este crecimiento tan desproporcionado.

«No es una planta habitual aquí. Las calabazas se dan bien, siempre plantamos, pero esta... nunca más, es una plaga, no tiene sentido», aseguran. «No la queremos volver a ver», bromean, con la tranquilidad de que con el tiempo y con el frío la planta morirá y su finca volverá a la normalidad de antes.

«Ya hay más de 50 calabazas ahora y aún están naciendo. Empezaremos a recoger las que maduren a final de mes», explican, y hacen un llamamiento a todo aquel interesado: «El que quiera calabazas de cabello de ángel que venga, que se las damos, y el que no las quiera para cocinar pero sí para dárselas a los cerdos, que venga también».

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