Una fiesta

LA  CELEBRACIÓN del Día das Letras Galegas fue una fiesta y como tal se ha de entender si se pretende sumar e incorporar personas al uso normalizado del idioma gallego. Esta jornada anual es una magnífica ocasión para hacer presente el idioma y para sumar esfuerzos en la tarea de mantenerlo vivo e incrementar sus usuarios.

PESIMISMO

Los anuncios apocalípticos volvieron a repetirse en la jornada de ayer. Pero se incorporan algunos políticos a formular los peores presagios sobre la economía. No se entiende qué objetivo busca Jordi Pujol cuando sin matizaciones asegura que vamos a ser intervenidos en cuatro días (sic) y cuando afirma que es imposible pagar la deuda a largo plazo. Asegurar que no hay salida equivale a decir que todo esfuerzo y todo sacrificio es inútil.Es el mayor de los fatalismos. No es ese el mensaje que cabe esperar de quien tiene el servicio público como tarea libremente asumida.

AEROPUERTOS

Los alcaldes de Vigo y de A Coruña siguen en su isla particular, que alimentaron con dinero de todos y creen que va a seguir siendo así con los aeropuertos. La ministra de Fomento hizo una mínima reflexión el lunes sobre el futuro de los tres aeropuertos gallegos. Los dos alcaldes salieron con declaraciones en la permanente línea de los localismos que desprecia la realidad de la falta de recursos. Debería ser suficiente la irracionalidad de tres aeropuertos para poco más de 2,5 millones de personas y situados entre sí a una hora de viaje en coche. Esta cuestión de los aeropuertos, con la demanda del Ave presente y la terminación de la autovía del Cantábrico pendiente de concluir, es el reflejo lamentable de la ausencia de concepción de Galicia como realidad humana y económica por parte de muchos dirigentes. Hay exceso de campanario.

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