Una familia de periodistas


LUNES
En Ribadeo. Cientos de vecinos y forasteros se agolpan en los alrededores de la casa consistorial para despedir a Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo. Pocos ribadenses más ribadenses que él, a pesar de que lo nacieron en Madrid, como a Clarín en Zamora. En la calle de la Paz, la casa de los Bustelo está cerrada a estas horas de la tarde. Antes de que la capilla ardiente quede instalada en el salón de plenos del Ayuntamiento, la comitiva fúnebre pasa por delante de la casa de Guimarán, asomada a la ría que da título al marquesado con que el Rey distinguió a quien fue presidente de Gobierno en el trance más apurado de la Democracia española.

Me indigno un poco (no demasiado, la verdad) cuando leo en un periódico madrileño que Calvo-Sotelo quiso ser académico de la Lengua. Como si eso fuera una ambición vergonzosa o indigna. Dice el artículista: “La escritura de Calvo-Sotelo era sólo discreta”. Discreta, ¿comparada con la de quién? ¿Quizá con la del propio aseverante, colado en la institución con el calzador de la compensación política?

A nuestro juicio, Leopoldo Calvo-Sotelo escribía no sólo bien sino incluso muy bien. Repase, quien lo dude, su Memoria viva de la transición, ejemplo de corrección idiomática y sutileza intelectual. Y es que la propensión literaria del ex presidente le venía de familia.

Los inicios literarios de muchos de los Calvo-Sotelo son muy precoces. Cualquiera que tenga curiosidad por el tema, pues rastraerlos sin dificultad en las hemerotecas. Y, de manera particular, en los periódicos de Galicia. De Leopoldo Calvo Sotelo, el padre del presidente del Gobierno, no resulta exagerado decir que estaba muy bien dotado para la escritura, tan bien, a nuestro juicio, como su hermanos Joaquín, el dramaturgo y académico. En Ribadeo se le considera sobre todo el autor de Ribanova, una novela con muchos rasgos autobiográficos y un ameno retrato de la sociedad de los pueblos de la ría.

En la editorial Renacimiento publicó sus Historias de suicidas, con Galicia (y la ciudad de Lugo, concretamente) muy presente en nombres, topónimos, escenarios y situaciones. Los primeros trabajos de Leopoldo Calvo Sotelo están en las páginas de Ribadense, el periódico que dirigía el abogado Marcial de Mira. En esa misma publicación también se estrenó su hermano Joaquín, cuando sólo tenía once años. Las firmas de Leopoldo, Joaquín y José, el protomártir, que decíamos en la prehistoria, coinciden en el semanario Las Riberas del Eo, cuya única colección completa (o casi) no está en Ribadeo, por desgracia, ni siquiera en Galicia, sino en Asturias. José Calvo Sotelo fue crítico de música y, por cierto, uno de los primeros que España supo apreciar la de Stravinski. Para los interesados en su dimensión de político, que fue enorme, es imprescindible la lectura de sus artículos en el diario madrileño La Nación, muchos de ellos de implacable dureza hacia don Sabino Bugallal, aquel cacicote.

En cuanto a Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo, ya es sabido que su primera colaboración periodística está en La Comarca, el periódico ribadense fundado por Francisco Lanza.

La actual ministra de Educación, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, escribe bien y sabe de lo que escribe. Tuvo en sus manos el minucioso diario de don Nicolás Urgoiti, el creador de La Papelera Española y fundador de El Sol, y con ese punto de partida escribió un trabajo espléndido, La industria, la prensa y la política, publicado ya hace algunos años.

MIÉRCOLES
Si llegamos allá, no faltaremos el próximo 25 de junio al acto de descubrimiento de una placa en los pasillos de la Diputación, para recuerdo de que en una de las alas del edificio estuvo albergado, durante muchos años, el instituto de bachillerato masculino;  el femenino estaba en el inmueble de la calle Conde Pallares que ocupó, hasta hace poco, la librería La Voz de la Verdad. La iniciativa de colocar una placa memorativa en la Diputación corresponde a la promoción de bachilleres de 1947, la última que cursó allí el ciclo completo.  Los integrantes de la promoción, con las bajas inevitables por el paso del tiempo, mantienen periódicamente reuniones y realizan algunas actividades. Eladio López Lence y Francisco Miranda Martínez se ocupan de todo: programan, convocan, gestionan, organizan y, en definitiva, manitenen encendida la llama de la amistad y el compañerismo. 

JUEVES
Viaje rápido a Foz. Los amigos de la asociación cultural A Pomba do Arco presentan el libro San Gonzalo, bispo mindoniense, de Juan Ramón Fernández Pacios. Tuve ocasión de leerlo unos días antes de que saliese de la imprenta. Es el resultado de un trabajo solvente, propio de un historiador para quien no valen conjeturas ni leyendas, sino hechos acreditados y testimonios documentales. O sea, que me temo que nos hemos quedado sin el San Gonzalo que le gustaba a Cunqueiro y me gusta a mí.

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