El municipio de Taboada lleva varios años abonado a los terremotos, aunque los movimientos sísmicos son de escasa intensidad. La explicación que los expertos dan a la sucesión de temblores es que, según los últimos estudios geológicos, hay fallas que se han hecho más activas, localizadas en un corredor que va desde el ya famoso triángulo Sarria-Becerreá-Triacastela hacia el sur de Galicia y el norte de Portugal. En concreto, ese pasillo corre paralelo a los cauces del Miño y el Limia, originando seísmos frecuentes.
El último se registró este martes, a las siete y media de la tarde, a orillas del río Miño. Con una magnitud de 1,9 grados en la escala Richter, pasó desapercibido para la población.
El mismo día que se detectó este temblor en Taboada, cuatro horas después hubo uno de 2,3 grados en Barral, en la provincia de Ourense, también a orillas del río Miño.
Y es que la actividad sísmica en el municipio taboadés es recurrente. El terremoto anterior al de este martes sucedió en el pasado mes de junio, de 2,4 grados de intensidad. Hay que remontarse al 2014 para encontrar uno más importante, de 3,2 grados, que en aquella ocasión sí sintieron los habitantes de Taboada y los que viven en el cercano municipio de O Saviñao.
Los temblores tienen lugar siempre a orillas del río Miño, en las cercanías de Ponte Mourulle, como se desprende de los mapas que elabora el Instituto Geográfico Nacional para ilustrar el epicentro del temblor que detectan sus centros de alerta.
Los terremotos fueron escasos en las últimas décadas y Galicia se consideraba tectónicamente muy estable, pero los últimos estudios geológicos, llevados a cabo tras el importante temblor sucedido en 1997 en el triángulo de Becerreá-Sarria-Triacastela, de 5,4 grados de magnitud, implicó la realización de otros más precisos sobre los riesgos sísmicos en la comunidad gallega.
Por ello, ahora se habla de que Galicia es una región expuesta a los mayores terremotos esperables que pueden afectar a la península Ibérica de origen atlántico, provenientes de la falla de Azores-Gibraltar y de las grandes fallas asociadas. También se ha sabido que es la región de la Península donde más terremotos hay, pero son de poca intensidad por su capacidad para asimilar las descargas.
