Una bocanada de aire

EL ALCALDE Orozco le contó un secreto a la jueza. Durante su declaración en el despacho de la instructora de la Operación Pokemon, le confesó a Pilar de Lara que el presente sería su último mandato al frente del Ayuntamiento de Lugo. Seguramente, sólo el propio regidor conoce los motivos que lo llevaron a realizar semejante revelación y en un momento tan delicado. Meses más tarde, sin embargo, a preguntas de los periodistas que lo esperaban en un acto institucional, vino a decir algo totalmente diferente. Lo contrario, en realidad. Expresó su disposición a encabezar de nuevo la candidatura de los socialistas en las elecciones del próximo año. Podría haber esquivado la cuestión, hacer el típico requiebro y salir por peteneras. Fue lo que hizo Gómez Besteiro cuando se consultó su opinión sobre ese asunto. No dijo que sí, ni que no, ni todo lo contrario. Así, uno puede resultar intrascendente, pero nunca será rehén de sus propias palabras. En cambio, el protagonista prefirió contestar y dejar en la hemeroteca toda una declaración de intenciones.

El levantamiento del secreto de sumario puso en evidencia que el alcalde tuvo o tiene dos pensamientos diferentes en relación con su futuro político. Presentarse a la reelección o dar paso a otra persona para que encabece la lucha electoral. La confidencia que realizó en sede judicial como quien no quiere la cosa, pasó a ser pública cuando se levantó la reserva sobre las decenas de miles de folios que componen la causa.

Situado en esa tesitura, entre lo que dijo ante los micrófonos y lo que confesó en el despacho de la jueza, tomó la decisión de no hablar más del asunto hasta pasar las elecciones europeas. Unos comicios tan insípidos serán pues su Rubicón particular. Cruzado el río, podrá parafrasear a Julio César y decir aquello de ‘alea iacta est’. La suerte está echada. En un sentido o en otro.

Hace tiempo, un alcalde que ya no lo es me comentaba lo difícil que resulta mantenerse durante muchos años en un cargo tan próximo a la calle. Con tres lustros al frente del Ayuntamiento de Lugo, López Orozco se ha convertido en todo un ejemplo de resistencia. Después de casi cuatro mandatos a sus espaldas, puede decirse que ha sabido jugar las cartas que las urnas le han dado en cada momento. Gobernó en coalición con los nacionalistas y con mayoría absoluta. También lo hizo en minoría, primero como la lista más votada e incluso, después de las últimas elecciones, como segunda fuerza de la Corporación local. En todo ese tiempo, logró pactar con los grupos de la oposición asuntos importantes. Sacó adelante sus presupuestos en solitario, pero también con el apoyo puntual del PP o con la ayuda del BNG. También llegó a caminar por el alambre cuando vinculó la aprobación de las cuentas municipales a una moción de confianza. Salvó entonces la cabeza política por el amparo de los nacionalistas.

Sin embargo, el momento es ahora diferente. Con Paz Abraira al frente del grupo municipal, los nacionalistas han roto relaciones con el PSdeG y piden abiertamente la dimisión del alcalde. Está claro que a menos de un año para las elecciones municipales, Jaime Castiñeira no va a tenderle la mano. Unos y otros, también el propio Orozco, están ya en campaña. Los presupuestos para este año y el plan de obras del gobierno local han sido bloqueados por la oposición. Los populares son los más interesados en que se perciba la debilidad del regidor y de su equipo. El BNG pretende desmarcarse de los supuestos casos de corrupción y diferenciarse bien de los otros dos partidos para pescar en el caladero de indignados y descontentos.

Falta mucho todavía para el final de este mandato. Un año que se presenta difícil para el alcalde. Sus rivales o los de su sucesor no van a ponérselo fácil. Nadie parece dispuesto a permitir que el gobierno local tome una bocanada de aire. El problema es que la escasez de oxígeno en el Ayuntamiento de Lugo puede acabar por ahogar también a la ciudad. Y a las personas que viven en ella.

Pagan los de siempre

El presidente de Sogama confirmó en Lugo que la empresa pública ya ha emitido los primeros recibos que incluyen la subida del canon por la gestión de residuos. Algunos alcaldes amenazan con no pagar ese incremento del 34% . Luis Lamas dijo que los ayuntamientos que no abonen la factura serán llevados al Juzgado «y punto». Como el dinero que manejan las administraciones locales sale del bolsillo de los ciudadanos, serán al final los usuarios, más temprano o más tarde, los que asuman el encarecimiento de ese servicio básico.

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