Un verano de vitaminas


Mejorar las defensas de los pequeños, a lo que ayuda el clima y la alimentación, es el objetivo principal de los acogimientos temporales de niños residentes en zonas próximas a Chernobyl. El plazo para ser familia receptora finaliza a mediados de febrero. 


en el 25 aniversario del accidente en la planta nuclear de Chernobyl Galicia sigue siendo un lugar de acogida temporal para niños, gracias a la labor que lleva a cabo desde 1996 la entidad Ledicia Cativa, una ONG que fomenta el acogimiento de niños durante el verano, con el fin de que los pequeños recarguen sus defensas, lo que les permitirá mejorar su salud, deteriorada por vivir bajo los efectos persistentes de la radiación.

Un verano en España supone mejorar su esperanza de vida en dos años, puesto que se reduce su radiación en un cuarenta por ciento, según los datos que maneja la propia ONG, desde donde se plantean este acogimiento como unas vacaciones de salud, a las que suman otros fines, como el hacer partícipes a los niños en actividades culturales y educativas.

El plazo para poder participar en este acogimiento finaliza a mediados de febrero y desde la entidad hacen un llamamiento a todas las familias que puedan estar interesadas a que participen en la iniciativa, que cada año cuenta con más adeptos, y que el pasado permitió la estancia en Galicia de sesenta pequeños.

Una de ellas fue Daria Bakteeva, una de las cuatro niñas acogidas en la comarca, en este caso por una familia de Burela. Los otros tres recalaron en Mondoñedo, Foz y Viveiro, adonde llegó uno de los niños más pequeños de los del programa de acogida, pues cumplió los cinco años en A Mariña, a pesar de que teóricamente el programa va destinado a niños de entre 7 y 17 años de edad.

Para Daria fue su cuarta experiencia y la niña ya es una más en la familia de María Jesús Márquez y Suso Díaz, tanto que ya pasa con ellos la Navidad, una época en la que siempre viene acompañada por uno de sus progenitores. Este año es su madre quien viajó con ella y quien ha tenido la posibilidad de compartir con toda la familia estas fiestas, que para la niña tuvieron además un carácter especial al ser la ganadora del concurso de fotografía convocado por el Concello de Burela, lo que ha supuesto una anécdota con la que cerrar el viaje, de un mes de duración. Otra con la que retorna a su localidad natal, Novozibkov, en la región rusa de Briansk, es con la experiencia de haber podido montar a caballo, un regalo de los Reyes Magos, que hizo que su cariño por los animales se incremente; de hecho, no descarta ser veterinaria, aunque actriz y bailarina son otras de las profesiones a las que le gustaría dedicarse.

Ejemplo

Los cuatro se atreven a contar su experiencia con la esperanza de que otras familias se animen, pues es algo que recomiendan abiertamente. «El motivo principal por el que te lo planteas es la salud, aunque después se establecen fuertes vínculos afectivos y la salud pasa a ser algo secundario», apunta Suso, quien fue el que planteó en casa la posibilidad de llevar a cabo este acogimiento tras ver una reseña en El Progreso. María Jesús era más reacia, «porque tenía miedo a pasarlo mal», confiesa, pero al final comprendió que lo importante era las compensaciones que el acogimiento permitía, puesto que «cuando se va, claro que lo pasas mal, como cuando marcha cualquier miembro de la familia, pero hay que quedarse con lo positivo; además, estamos en contacto durante todo el año y ahora más desde que disponemos de una webcam», recuerda.

Con ello, busca mitigar las reticencias que puedan tener algunas personas, al tiempo que recuerdan que el idioma tampoco es ningún impedimento, puesto que en unos días los niños se manejan casi a la perfección, «nosotros el diccionario sólo lo usamos los primeros días», dice. Respecto al coste, en estos acogimientos son las familias las que se hacen cargo de todos los gastos, incluido el viaje y la estancia, unos costes que entienden son «asumibles» para muchas familias, recuerdan los padres de acogida, quienes esperan que la crisis no reduzca la posibilidad de seguir trayendo niños a la zona, «porque al final más que dinero lo que necesitas es tiempo y disponibilidad dentro de la familia para poder organizarte», recuerda Suso, quien insiste en que estos acogimientos «son una manera de practicar la solidaridad, en la que ves inmediatamente los frutos. No hay más que ver que Daria, que es un niña muy cuidada y con una familia encantadora, y aún así le notas cambios, por el clima y la alimentación», dice orgulloso de su pequeña de acogida.

La tortilla y el pulpo es lo que más le gusta a Daria de la comida, le entusiasma la playa y se siente muy a gusto en su «Burelita», como llama cariñosamente a su localidad de acogida, de la que ya siente una vecina más.

POSTURA 
«No son niños desvalidos»

 

«No son niños desvalidos, vienen para estar dos meses fuera de un país castigado por la radiación». Así de rotundos se expresan los padres de acogida de Daria, que todos los veranos pasa un reconocimiento médico que certifica su buena salud, con el fin de erradicar falsos mitos que puedan llevar a las familias a rechazar ser acogedoras, por lo que ponen a disposición de los interesados su teléfono, 687.86.68.46, para aclarar cualquier duda. Con los coordinadores de la entidad, que son también familias de acogida, se pueden contactar en el 988.55.32.11 y el 665.26.09.08 o bien a través del email asociació[email protected].

Federación rusa

La mayoría de los niños que llegan a Galicia de la mano de Ledicia Cativa proceden de la Federación Rusa, de localidades próximas a la planta nuclear, como es el caso de Briansk.

60 días

Es la media que pasan los niños en nuestro país, tiempo en que también participan de otras costumbres y modo de vida, lo que sirve también para enriquecerse culturalmente, En ese tiempo se busca hacer alguna actividad conjunta y una visita a A Coruña y un paseo en catamarán fueron algunas de las realizadas en años pasados.

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