Un pueblo forjado en cemento

Un paseo por Oural devuelve al visitante la imagen de un pueblo en compás de espera, una población que intenta desperezarse a los pies de una fábrica de cemento que duerme su letargo. Los movimientos se localizan en la farmacia, la gasolinera, los dos bares que resisten el embate de la crisis y los comercios que se disponen a ambos lados de la carretera LU-546, desprovista del continuo trasiego de vehículos tras la apertura de un tramo del corredor Sarria-Monforte. La estampa poco tiene que ver con la que ofrecía Oural hasta hace solo unos meses: con decenas de camiones cargados de caliza y de cemento en un continuo ir y venir en la factoría de Cosmos, cuya plantilla no llega ahora a la veintena de trabajadores.

Y es que Oural debe su esencia a la única cementera existente en Galicia. El asentamiento de la fábrica a finales de los años 50 trajo consigo el desarrollo de esta población, hasta convertirla en el segundo mayor núcleo de Sarria en número de habitantes. Con un crecimiento parejo al del coloso industrial, Oural es hoy también fiel reflejo de las horas bajas que vive la planta y liga su futuro a su renacer de las cenizas. "Se volvesen funcionar os fornos sería un bo espaldarazo para o pobo", dicen esperanzados los vecinos, justo cuando comienza a negociarse en la fábrica un nuevo proceso de regulación de empleo.

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