Un nórdico entre cervezas

El padre de Johan Löfberg fue una celebridad de la fan zone del Pazo antes de vivir en primera persona cómo se gana un Copa Princesa en medio de 5.000 aficionados al borde del colapso

Afición del Breogán. J. VÁZQUEZ
photo_camera Afición del Breogán. J. VÁZQUEZ

La cabeza entrecana del padre de Johan Löfberg se distinguía entre la multitud. Bajo su cuello, como las nubes que se apelotonan en la falda de una montaña, las cervezas se entrechocaban y las risas y los cánticos brotaban como preludio a los nervios que afloraban a hora y media de empezar.

Löfberg senior había viajado desde Suecia exactamente para eso. Para otear desde las alturas lo que su hijo le había contado. Toda Europa había pasado bajo su figura. Había sobrevolado a personas que soñaban quizás algún día con vivir una experiencia como la que él disfrutaba entre extraños.

A su alrededor había banderas celestes y rojas, había gente hablando tres idiomas, seguidores que querían una alegría. En la fan zone, donde se concentraban los aficionados de ambos equipos cantando unidos, se mascaba el tiempo para el inicio.

Minutos después, Löfberg sénior, tras comprobar cómo es el carácter del breoganismo a pesar de que casi nadie hablaba inglés, caminó entre iguales al Pazo. Allí se topó de bruces con lo que la ACB se ha perdido tantos años: un Pazo casi lleno, un ir y venir de camisetas azules de aquí para allá, de ojos y corazones esperanzados con hacer de cada partido algo memorable. Löberg sénior respiró lo que es el Breogán en una tarde: gozar, sufrir y gozar al final en medio de la taquicardia. Tocó el celeste para volver a la nieve y la frialdad nórdica pero con una sonrisa eterna.

Comentarios