Un marinero que sigue la tradición

Ramiro Chaves, en el puerto de Burela, junto a su gran pasión, el mar. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Ramiro Chaves, en el puerto de Burela, junto a su gran pasión, el mar. JOSÉ Mª ÁLVEZ

RAMIRO CHAVES, 'PIRU'. Este viveirense afincado en Cervo forma parte de la tripulación de la embarcación de bajura Costa de África junto a otros tres miembros, dos de los cuales son sus hermanos. Pertenece a una familia «de mariñeiros e peixeira» que se ganó la vida a partir del mar. Lleva desde los 15 años ejerciendo con pasión su oficio.

El viveirense y hoy vecino de Cervo, Ramiro Chaves, más conocido como Piru, lleva 38 de sus 53 años de vida ganándose la vida en el mar, y de forma más concreta, en la embarcación de bajura Costa de África. Sigue, con sus hermanos, una larga tradición marinera en la familia. «Nacín nunha familia de mariñeiros e peixeira», sonríe. «O barco chámase así porque meu pai gañou alí para a primeira lancha, alá por 1964», recuerda Piru, que casi no tiene en la memoria los habituales mareos de los marineros novatos «porque nacín na praia de Covas e xa de cativo andaba paseando polo barco».

Piru recuerda el día que empezó en su trabajo, «un martes santo, viñemos co barco cargado de budións e obtivemos unhas 15.000 pesetas, que ó cambio actual serían uns 3.000 euros, aproximadamente». Desde entonces, «sempre que estreamos lancha facémolo os martes. A primeira vez saíunos ben, e o que funciona non se toca», explica.

COSTA DE ÁFRICA

El Costa de África tiene su base en Celeiro y la tripulación consta de cuatro integrantes, de los cuales dos son hermanos de Ramiro, José Manuel y Javier. Se reparten las tareas de forma equitativa. «Realmente non hai patróns nin capitáns na nosa lancha, hainos en teoría pero non na práctica», explica Piru. El otro miembro de la formación, Ramón, es un amigo que ya lleva doce años con ellos. «Non se pode decir que sexa novo ou extraño para nós», sostiene.

Para Ramiro, lo mejor de su trabajo «é a harmonía de poder traballar con meus irmáns, temos unha complicidade que non se pode explicar, sobran as palabras», afirma.

Piru se muestra feliz de «poder traballar libremente para mín, sen ninguén que me explote, penso que é a principal vantaxe, ademáis de que temos un horario que se parece, relativamente, ó de calquer traballador dunha empresa normal».

JORNADA

Los marineros se levantan a las cinco y media de la mañana y desayunan. En torno a las seis o seis y media salen y proceden a la recogida del aparejo, que habían dispuesto el día anterior, rescatando los peces que quedaran en él. Descargan el pescado y nuevamente echan el aparejo, que queda funcionando hasta la mañana siguiente. La hora de vuelta a puerto varía mucho según los días, aunque normalmente es antes de la hora de comer. El momento preferido de la jornada es, para Ramiro, el instante de recoger el aparejo, «porque é moi bonito ver o peixe que pescaches».

El útil que emplean es el miño o trasmallo, que consiste en dos o tres capas de tela, la interior con amaño de malla inferior a las telas exteriores. En la parte superior se le adiciona flotabilidad, mientras que en la inferior se le ponen pesos para mantenerla relativamente vertical. Los peces pasan a través de las mallas de uno de los paños exteriores y chocan con el paño interior. Al empujarlo, se introducen por las mallas del paño opuesto, dando lugar a la formación de un pequeño embolsamiento del que no pueden liberarse.

La embarcación centra sus operaciones entre Foz y la Estaca de Bares, pescando fundamentalmente mariscos -nécora o centollo- y peces como la maragota, el lenguado o la robaliza. Descansan fundamentalmente el fin de semana.

MODO DE VIDA

La relación de este marinero con el piélago tiene unas raíces muy hondas. Piru dice que «o mar é todo para mín». Es su sustento principal, su modo de vida y su afición, ya que en sus ratos libres le gusta salir a pescar con caña en su barca. Como fiel seguidor de la Real Sociedad que es, la ha bautizado como su portero legendario, Arconada.

Piru dice «non terlle medo ó mar, senón respecto. Non hai que terlle medo». Bromea con su condición de marinero, que según dice llega hasta puntos insospechados. «Fíxate se me gusta o mar que non parei ata casarme cunha muller que se chama María del Mar», sonríe. Mientras otros marineros trabajan en lo que les toca o ejercen su profesión porque les reporta más dinero que otras, Piru está en el mar «porque me gusta», dice con rotundidad.

Sus hermanos comparten profesión con él -«actualmente somos tres, pero nunha época chegamos a vivir ata oito irmáns do mar»-, pero no sienten la misma pasión por el mundo del mar. «Mentres eu vou pescar nos ratos libres, Javier disfruta máis xogando a partida, por exemplo. A José Manuel, máis coñecido como ‘Pupo’, vanlle os grandes retos e hai pouco promoveu un récord Guiness coa xente de Viveiro xuntando moedas de cinco céntimos», sonríe Piru.

El viveirense bromea sobre la falta de apego al mar que tienen las nuevas generaciones y sostiene que ni su hijo, también llamado Ramiro, ni sus sobrinos demuestran especial interés por continuar la saga. «Podes poñer no xornal que o fin das xeracións do Costa de África está próximo», se ríe.

FUTURO

El marinero se muestra más pesimista cuando se le pregunta por el futuro del sector. «Véxoo moi negro, polo menos a corto prazo», afirma. Para él, «non se nos paga ben o peixe para o esforzo que facemos, penso que o noso traballo está moi pouco valorado». Los fondos marinos están cada vez más agotados y la crisis hace que la gente recorte gastos por donde puede, y la alimentación no es una excepción.

La rentabilidad del trabajo realizado oscila mucho, ya que el volumen de pescado que traen a puerto es también muy variable. «O mar é quen decide, ás veces é un misterio incluso para quenes levamos tantos anos traballando nel», afirma. «Temos chegado ó muelle con cen kilos de robaliza outras veces e temos chegado sen nada», expone.

Piru recuerda con nostalgia «os oficios antigos, como a rapeta». Este arte de pesca, de arrastre, fue prohibido al considerarse que esquilmaba el pescado, aunque él cree «que deberían deixar polo menos practicalo nas praias bravas, xa que ese tipo de traballo non resultaba tan perxudicial».

Piru ve oscuro el horizonte de la pesca, pero no lo será tanto cuando quedan artesanos como él, que llevan su oficio en la sangre y continúan con gusto la tradición.

Quejas: La pesca de bajura se frena por la excesiva regulación

El patrón mayor de la cofradía de Burela, Basilio Otero, se gana también la vida en la pesca de bajura. Sostiene que el principal problema del sector «é a falta de cotas de pesca, sobre todo en productos como a cabala ou a merluza. As leis aprobadas en Bruxelas non se adaptan á realidade que vivimos aquí».

Para Otero, «non hai un problema de falta de peixe. Tampouco de persoal, xa que cada vez máis xente demanda traballo», explica.

Sueldos muy variables

Los sueldos de un marinero de bajura son muy variables, aunque Otero los cifra «entre 1.000 e 1.300 euros ó mes».

Comentarios