Un joven cura cuelga los hábitos tras la desaparición de las tallas de Sante

José Emilio Silvaje Aparisi (Foto: I.G. (AMA))
photo_camera José Emilio Silvaje Aparisi (Foto: I.G. (AMA))

El joven sacerdote valenciano José Emilio Silvaje, responsable del templo trabadense de Sante, del que desaparecieron dos tallas del siglo XVI que ya fueron localizadas, cuelga los hábitos y anuncia su marcha para el próximo día 6 de febrero. Aunque la decisión no tiene nada que ver con lo sucedido en Trabada, puesto que ya le había notificado su postura al obispo de Mondoñedo a finales del pasado año, el párroco lamenta haberse visto envuelto en la polémica de la desaparición de las imágenes, pese a lo cual asegura que no emprenderá denuncias contra quienes le señalaron.

El sacerdote, que denunció el robo, tuvo que afrontar a principios de año cómo varios vecinos le acusaron como autor de la desaparición de las dos imágenes, cuya investigación continúa abierta, a pesar de aparecer ambas, la semana pasada, sobre una acera en Lourenzá. Con todo, el párroco, como administrador de la iglesia, ha decidido retirar la denuncia por robo.

Aunque entonces el reverendo Silvaje advirtió de que podría acusar por difamación a quienes le señalaban, ayer mismo comunicó que no le guarda «rencor a nadie» y que no va a «ejecutar acciones legales» contra quienes le acusaron «públicamente». Entre otras cosas, porque «los gritos solo venían de diez personas que se dedicaron a llamar a los medios de comunicación, que vieron cómo esos diez vecinos daban una patada a mi coche hundiendo la puerta del conductor», añade.

El aún párroco llama la atención sobre «el modo misterioso en que el alcalde de Trabada obtuvo la llave del templo y celebró una reunión dentro de él sin permiso y estando allí el Santísimo Sacramento» y acerca de cómo el regidor «anunció que iba a cambiar la cerradura». «Eso, señor alcalde, se llama allanamiento de morada y apagar fuegos para pagar votos», opinó el sacerdote.

Sin apoyo

No sin cierto sentido del humor, Silvaje señaló que en el caso de las desapariciones de las imágenes echó de menos que «don Jacinto Pedrosa, como arcipreste; don Antonio Basanta, como vicario general, y don Manuel Sánchez Monge, como obispo, dijeran algo, ya no en mi favor, sino a mí, para darme ánimos», después de haber sido «fiel administrador de un ingente patrimonio eclesiástico y pastoralmente eficiente».

«Quien me conoce sabe que no necesito vender unas viejas tallas para poder vivir dignamente. Más aún, he dejado parte de mi patrimonio personal en la restauración y conservación de los templos y he regalado los años de mi juventud», concluye el sacerdote.

En estos momentos, el obispado busca un sustituto para atender los oficios habituales de las doce parroquias, quince iglesias y doce cementerios que llegó a administrar el sacerdote Silvaje.

Legado

En medio de la polémica con la que el párroco ve empañada su despedida, son numerosos los feligreses que le muestran su apoyo, firmando cartas públicas. No en balde, el valenciano deja tras de sí un legado que comienza por la creación del primer consejo parroquial de Cubelas, en Ribadeo, donde logró implicar a una veintena de vecinos en la gestión conjunta de la actividad religiosa.

Gracias a este consejo, sacerdote y feligreses recuperaron la Semana Santa local, una de las más antiguas del municipio; repararon la iglesia y promovieron la instalación de un aparcamiento.

Sobre el interés que mostró por los vecinos de Trabada y Ribadeo son buena muestra los encuentros y excursiones familiares que organizó, como una en lancha por la ría de Ribadeo en la que participaron niños y madres de Trabada el año pasado, con la colaboración del Club Náutico.

Participó también en el homenaje que la parroquia de Remourelle le rindió a su vecina más longeva, la nonagenaria Vicenta López, e intermedió con el papa Benedicto XVI para que le firmase una bendición para María Guadalupe Pérez, vecina del barrio ribadense de Porto, con motivo de su centenario.

Sobre su respeto por la conservación del patrimonio, logró que durante dos veranos, diez jóvenes de Valencia acudiesen a reparar y limpiar templos deteriorados de Trabada y de Ribadeo, además de intermediar para conseguir subvenciones públicas y reparar con ello, entre otras, la iglesia de Villafernando de Trabada.

Le mostró, además, gran parte del patrimonio que atesoraban algunas de estas iglesias a amigos suyos como la marquesa de la ría de Ribadeo, Pilar Ibáñez-Martín, viuda del expresidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo, o a la princesa de Sajonia, Benigna Reuss. «Le echaremos de menos», dicen muchos de sus feligreses.

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