Un día de Furia o lo que sea

Al Barça aún le queda luchar por el doblete. Y eso es lo malo.
photo_camera Al Barça aún le queda luchar por el doblete. Y eso es lo malo.

ES LO malo de estar mal acostumbrado, que se hace imprescindible un curso de autoayuda para ir al trabajo y superar con la mayor dignidad posible la derrota de tu equipo. Si a usted le gusta el fútbol (de lo contrario no sé que hace perdiendo el tiempo leyendo esta página) le habrá pasado unas cuantas veces, y si es del Pontevedra como yo se convierte simplemente en rutina. El asunto es más grave si encima es también seguidor del Barça. Porque lo del Barça es como la resaca de la crisis económica, que todo el mundo te dice que esto nos pasa por haber vivido por encima de nuestras posibilidades.

El fútbol y el trabajo en una oficina, como el fútbol y el tabaco, o el fútbol y el alcohol, deberían ser incompatibles. Ya es duro escuchar a tu mujer decirte «cómo sois los hombres» cuando dejas de dirigirle la palabra tras una de esas derrotas o consolar a tus hijos camino de la cama: «Papa, casi prefiero ser solo del Pontevedra, que con eso ya tengo bastante». Pero no es suficiente humillación. Lo peor sin duda viene al día siguiente.

En el autobús camino del trabajo ya te vas mentalizando. El viaje se hace más duro porque ese día no compras la prensa por si la foto viene en portada. Tras la eliminación del pasado miércoles ante el Atlético incluso medité ponerme un pasamontañas. Entré en la tele por la puerta de servicio, regateé al vigilante jurado con un autopase, y a gatas conseguí llegar a las escaleras por un ángulo muerto que detecté en las cámaras de seguridad. El problema es que en la máquina de fichar me estaba esperando un comando: «Nunca debisteis dejar de jugar la Copa de Ferias», fue el primer saludo, como el que te da los buenos días un lunes. Y seguían recreándose: «Bueno, Xabi, al menos sois el equipo que más Recopas tiene; claro que ahora ya ni siquiera existe, ja, ja». Y otro le daba el relevo: «Y el Pontevedra es el que tiene más Luis Oteros. No sé de qué te quejas, ja, ja, ja». Era un coro de risas diabólicas.

Tras saltar a bayoneta calada sobre esa primera trinchera distingues en el horizonte pelotones de incontrolados y entonces lo mejor es no levantar la vista y hacer como que consultas el móvil, igual que sortea la prensa cualquier imputado camino de los juzgados de la Plaza de Castilla. Lo malo es que al consultar el móvil te llegan mensajes y algún tuit, como el de Daudén Ibáñez, el exarbitro internacional, que me ofrece el muy cachondo productos oficiales de la Champions a buen precio. Ya hay que ser cruel. Y todo porque una vez, cuando se hizo seguidor de mi cuenta, le envié un mensaje diciéndole que retiraba todo lo dicho sobre él en los bares cuando pitaba al Barça.

Otros eran menos sutiles, como un SMS anónimo que me llegó a media mañana: «Y perder y perder y perder, y volver a perder…».

Con todo, lo peor son los tuyos. Ya dice el refrán eso de ‘Líbrame señor de mis amigos que de mis enemigos ya me libro yo’. O como diría Pío Cabanillas: «Cuerpo a tierra que vienen los nuestros». Esos son los peores, que aún quieren hacer una reflexión serena: «Xabi, hay que asumirlo y hacer autocrítica. Fin de ciclo». Así debió sentirse Julio César cuando le apuñalaron por la espalda, entre ellos su hijo adoptivo, y no pude evitar decirle «¿Tú también, Roque, hijo mío».

Y al final ya son todos, los tuyos, los del Madrid, del Atleti y un becario que pasaba por allí los que se acercan ya acabando la jornada a tu mesa pare decirte que «aún quedan la Liga y la Copa». Y eso es lo malo. La Liga nos la jugaremos en la última jornada contra el Atlético, que ya son ganas, y la Copa... Bueno, la Copa menos mal que al día siguiente es Jueves Santo y al menos no tendré ni que ir al trabajo ni usar pasamontañas.

La revancha del 74

Como le he pillado el gusto a hacer de pitoniso en estas páginas, y de momento mal no me ha ido, ahí va el siguiente pronóstico; Bayern-Atlético final de la Copa de Europa. Y digo Copa de Europa, como toda la vida, y no esa cursilería de Champions League que dicen ahora. Porque lo que se va a jugar es la reedición de la que disputaron en 1974 también estos dos equipos. Se cumplirán justo 40 años de aquella cita, el año además en el que se ha ido Luis, que debió pasar a la historia por aquel gol de falta que casi valió el título. Es de justicia la revancha.

(Publicado en la edicion impresa de El Progreso el 14 de abril de 2014)

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