Un Concello low cost

EL RESULTADO DE la pasada cabalgata de Reyes bien podría ser una representación de lo que es la actual vida municipal: una sucesión de grupos inconexos desfilando sin patrón; un soldado raso disparando contra todo lo que se mueve, incluidos los suyos; unas carrozas low cost propias de una prórroga presupuestaria; un rey cuestionado por querer aparentar lo que no es, y mucha gente esperando algo más que caramelos de saldo.

Y, claro, lo que quedó tras el pasacalles fue cierta desilusión, resignación al constatarse de que con lo que hay no se puede hacer mucho más y críticas a veces interesadas que alimentaron la polémica política o aportaron situaciones algo cómicas, como la de ver a un portavoz del gobierno local con rictus de monologuista felicitándose de que al menos en la cabalgata de Lugo no hubo que amputarle las orejas a Dumbo, como ocurrió en la de Soria.

Y es que la semana en el Concello no dio para mucho más porque, tras unas Navidades en la que se confirmó que Lugo será gobernada a golpe de decreto y autorización plenaria ante el desacuerdo sobre los presupuestos, la junta de gobierno local apenas sirvió para aprobar un par de licencias de obra, responder a los tuits sobre la austera caravana real y admitir el lamentable estado de parte de la red de abastecimiento de Lugo, que tiene tantas fugas de agua como de concejales los grupos municipales.

Además, el socialista Luis Álvarez anunció un nuevo retraso de una obra calificada en su día como urgente, la reforma del tramo más deteriorado de la Ronda das Fontiñas, que como mínimo no se iniciará antes de cuatro o cinco meses. El gobierno local justifica la demora por los trámites burocráticos que se requieren al tratarse de un proyecto de 571.000 euros, aunque desde la oposición del PP se interpreta que lo que se busca es demorar la obra hasta el año próximo con el objetivo de tener algo que venderle al electorado durante la precampaña de las municipales.

De ser cierta la teoría de los populares, el año que acabamos de iniciar será tan pobre en inversiones como el atrezo de la cabalgata, una situación que el gobierno local podrá además justificar por la negativa de la oposición a aprobar sus cuentas. Solo los proyectos del plan Urban, cuya ejecución urge debido a que el año que viene finaliza el plazo de recepción de la ayuda europea, puede aportar algo de actividad a una ciudad que ya se ha acostumbrado a ver aplazadas las grandes infraestructuras. Obras como el museo de la romanización que los Reyes Magos reclamaron en un discurso que el PP interpretó como politizado, aunque teniendo en cuenta que los monarcas de este año procedían del mundo de la cultura, es lógico que pidan para lo suyo.

La carencia de recursos para invertir es tan evidente que últimamente se inaugura hasta un asfaltado de 450 metros, como hizo esta semana el alcalde con el que se ejecutó en un acceso al polígono de O Ceao, pagado en un 80% por la Xunta, pese a lo cual en la visita no estaba ningún representante de esa administración. Aun así, Orozco pidió más colaboración del gobierno gallego y central para seguir ejecutando mejoras en un área industrial donde algunas calles llevan décadas sin ver un triste cartel de obras.

En el acto estaba además el concejal de infraestructuras, Manuel Chaín, quien más sufre la política del bache-denuncia que caracteriza la oposición del PP en este mandato y a la que parece haberse sumado el BNG desde que abandonó el gobierno local. De hecho, la nueva portavoz nacionalista, Paz Abraira, se fotografió esta semana junto a varias ‘fochancas’ -como dicen los de la TVG-, mientras Chaín le advertía que no se iban a arreglar antes porque ella lo diga, sino que porque son actuaciones programadas por su concejalía.

Teo García, el quinto concejal que llega a esta corporación como sustituto

Paz Abraira se estrenaba además como portavoz de un grupo que ahora integran ella misma y tres asesores, a la espera de que se incorpore el sustituto de Antón Bao, que finalmente será el número tres de la lista, Teo García. Este empleado de Novagalicia Banco, que se pensó durante unas semanas su incorporación al Concello para ver cómo evolucionaba la situación en su empresa tras la compra por Banesco, será el quinto concejal que entra en la actual corporación en sustitución de un edil dimisionario.

La primera en marcharse fue la popular Cristina Ares, que fue reemplazada por Antonio Ameijide, y más tarde fue el presidente del PP de Lugo, José Manuel Barreiro, quien le traspasó el puesto a Juan Carlos Plaza para centrarse en su labor de portavoz en el Senado. Los abandonos se sucederían después en las filas socialistas, ya que a Francisco Fraga, que fue sustituido por Manuel Núñez, le siguió el histórico Lino González Dopeso, cuya salida propició la vuelta de Rosana Rielo, quien ahora actúa como concejala en la emigración, dado que reside y trabaja en Gijón,

La reciente marcha de Antón Bao desencadenó también el relevo en la portavocía del grupo nacionalista, que pasa a estar comandado por una mujer, algo que no sucedía desde que Branca Rodríguez Pazos decidiese dejar la política. Aunque en el BNG no se cansan de repetir que todas las decisiones políticas pasan el filtro de la asamblea local, lo cierto es que de aquí a final de mandato Paz Abraira será la encargada de pilotar el día a día del grupo y deberá demostrar a los suyos que es la mejor baza para ser la cabeza de cartel en las próximas elecciones municipales. No es la primera vez que ocupa lo más alto de la lista, porque ya lo hizo en la candidatura al Congreso de los Diputados de 2008, pero ahora el reto es más grande, porque el Bloque se juega su capacidad para decidir en el Concello.

Comentarios