Tres eran tres

Los tres aeropuertos gallegos perdieron casi seiscientos mil pasajeros el pasado año (página 24). Una caída sin precedentes, que tendrá múltiples explicaciones, pero que en pura lógica debería producir un análisis sobre el modelo actual. A la hora de ver este modelo actual aeroportuario en Galicia ha de tenerse en cuenta que el Ave -algún día será realidad- producirá un impacto negativo en la demanda de usuarios de vuelos a Madrid e internos a España. Con los datos de 2012 y con los históricos parece obvio que la eficiencia en la gestión pública exige un replanteamiento a fondo aunque suponga dejar en evidencia la sinrazón de las inversiones realizadas, también las últimas en ampliaciones, aparcamientos y terminales. Esta visión y cuestionamiento de la gran burbuja aeroportuaria gallega -dos aeropuertos a menos de 60 kilómetros entre sí y un tercero a menos de 100, para una población total de 2,7 millones- está formulada desde Lugo. Pero si siempre sería justificable por una visión general y unitaria de prestación de servicios a los ciudadanos gallegos, lo es más en las actuales circunstancias de merma de recursos públicos por la obligación de situar como justa prioridad algunas viejas demandas de esta provincia de Lugo, frente a lo que solo admite el calificativo de despilfarro en el artificial alimento de los tres aeropuertos. Sería, por tanto, deseable un ejercicio de cordura por todas las partes implicadas. Y sería exigible valentía para adoptar las medidas que el sentido común pide.

Discriminación positiva

La Xunta de Galicia realizará un «exercicio de discriminación positiva» en todas sus convocatorias de ayudas públicas durante diez años para aquellos concellos que aprueben una fusión voluntaria. El anuncio es del vicepresidente Alfonso Rueda. Es un planteamiento que entra en la vía de fomentar lo que parece exigible.

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