Treinta centímetros de largo, trabaja de incógnito y es brava

Echiichthys vipera
photo_camera Echiichthys vipera

Warning! Faneca brava es, con permiso de otros clásicos como la Heidi metalera o los ‘little green hot peppers from Padrón’, el rey de los diseños camiseteros en Galicia (y alrededores). Algo que puede parecer banal en un primer momento, ya que ignorar la afición que posee el entrañable personaje de Johanna Spyri por los neoyorquinos Kiss no supone riesgo alguno para el día a día: sin embargo, hacer lo propio con la advertencia fanequera puede poner fin de forma rápida a cualquier soleado y maravilloso día de playa.

Porque la faneca brava es así, mitad tímida y mitad extrovertida, apareciendo en verano-como mandan los cánones-con las playas llenas hasta la bandera, pero al mismo tiempo oculta bajo agua y arena; esperando, aunque sea sin saberlo, a que algún pie despistado sea atravesado por uno (o más) de sus venenosos aguijones.

La cuestión es que tras el involuntario ataque de la faneca brava podría esconderse algún movimiento reivindicativo, cansado el pobre animal del poco reconocimiento que su incesante período estival recibe entre la población humana.

«Tuve que ir al socorrista que me picó un escarapote», dicen algunos. «Noté el pinchazo de un ariego», comentan otros. Pues no, señores. El dolor repentino (porque duele, y mucho) que aparece en ocasiones cuando uno camina por la orilla del mar tiene siempre el mismo origen: la faneca.

«Todas estas picaduras que se producen en las playas en verano están producidas por el mismo animal, la Echiichthys vipera, lo que comúnmente se conoce como faneca brava», explica Juan González, biólogo marino y miembro de la unidad técnica de pesca de bajura de la Xunta de Galicia. González recuerda que, a pesar de la confusión generalizada, «los escarapotes o los ariegos son otra especie de animal diferente, que además se desenvuelven en otros lugares».

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