Toro: "Me llena de satisfacción seguir los pasos de Misioné"

El palista lucense recibió el jueves la insignia de oro del Club Fluvial de Lugo tras conseguir dos medallas de plata en el Mundial, algo con lo que no contaba al ser un año postolímpico
Cristian Toro recibe la insignia de oro del Fluvial de manos de Miguel Fernández
photo_camera Cristian Toro recibe la insignia de oro del Fluvial de manos de Miguel Fernández

Por segundo verano consecutivo, Lugo fue iluminado por el brillo de las medallas. De las buenas, de las que ciegan los ojos si se miran de cerca. Las reservadas para los elegidos. El culpable es Cristian Toro, que a finales de agosto de 2016 paseó por la ciudad con el oro logrado en los Juegos Olímpicos de Río y que el jueves hizo lo propio con las dos platas conseguidas en el Mundial de Racice (República Checa).

No olvida Toro su pasado en Lugo, sus muchas horas de entrenamiento en el Club Fluvial, donde se convirtió en el palista que es hoy en día, uno de los mejores del mundo. Y tampoco el Club Fluvial se olvida de él, ni mucho menos. De hecho, el jueves le entregó la insignia de oro del club en un acto al que asistió el presidente del club, Tito Valledor, el concejal de deportes, Miguel Fernández, y el medallista olímpico y mundial Luis Gregorio Ramos Misioné, entre otros.

Una de las platas logradas en Racice por Toro llegó en el k-4 500. La anterior vez que España se subió al podio en una prueba del Mundial de distancia olímpica fue en 1975, en Belgrado, cuando se hizo con el oro en k-4 1.000. Los héroes fueron el asturiano Herminio Menéndez, el aragonés Esteban Celorrio, el ceutí José Ramón Díaz Floru y el lucense Luis Gregorio Ramos Misioné, «Me llena de satisfacción seguir un poco los pasos de ‘Misi’», señala Toro. «Sé que voy por el buen camino».

Toro, que tiene en Misioné un espejo en el que mirarse, amplió su palmarés con dos platas que a principio de temporada le parecían muy lejanas. «La verdad es que si a principio de año me dicen que voy a ganar dos medallas en un Mundial no me lo creo, porque después de un año olímpico cuesta volver empezar, a coger vueltas, como decimos nosotros. El cuerpo está resentido después de un año muy duro, pero lo cierto es que la semana del Mundial tenía muy buenas sensaciones y tanto el k-4 como el k-2 estaban muy bien entrenados», señala.

"Queda mucho tiempo hasta Tokio 2020, pero lo principal hasta entonces será trabajar en el k-4 500 metros"

La plata en k-2 200 llegó junto a Carlos Garrote. Su compañero en Río 2016, Saúl Craviotto, no estuvo en el Mundial. «Llevo muchos años remando detrás en el k-2. Estoy muy hecho a esa posición y me amoldo a cualquier compañero; ahí están los resultados», apunta Toro.

Pero el k-2 200 no será distancia olímpica en Tokio, así que las miras del lucense están puestas en el k-4 500, prueba en la que logró la segunda plata en Racice junto a Carlos Garrote, Marcus Cooper Walz y Rodrigo Germade. «Lo principal de cara al futuro es trabajar en el k-4, pero queda mucho tiempo y muchos ciclos hasta Tokio 2020... además falta la incorporación de Saúl Craviotto», comenta el palista lucense.

Faltan tres años todavía para que llegue la gran cita, unos Juegos de Tokio en los que ya piensa Cristian Toro. Por delante muchas pruebas, pero sobre todo, mucho trabajo. «Éste en teoría era el año flojo, esto va ‘in crescento’ y a partir de ahora hay que apretar más», concluye.

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