Todos con don Ramón

Lejos de suavizarse, el conflicto que desde hace tres meses enfrenta a vecinos de Friol y Guitiriz con el Obispado a causa del traslado del cura José Ramón Pérez está cada vez más enquistado y las posturas parecen ya irreconciliables
Manifestación que los vecinos celebraron en febrero ante la sede episcopal
photo_camera Manifestación que los vecinos celebraron en febrero ante la sede episcopal

LAS MARQUESINAS de las paradas de bus que hay salpicadas por la carretera que une el casco urbano de Friol con el de Parga, ya en el municipio de Guitiriz, están estos días de nuevo empapeladas con carteles que convocan a los vecinos a una nueva manifestación este domingo, y ya van 13, para pedir al Obispado de Lugo el regreso del cura José Ramón Pérez García, don Ramón para sus feligreses, a las parroquias en donde ha ejercido durante los últimos 13 años.

El conflicto parece hoy enquistado y las posturas irreconciliables, pero para entenderlo hay que remontarse al pasado 19 de enero, cuando la prensa publicaba la noticia sobre la reorganización que el Obispado iba a llevar a cabo en 56 parroquias de la diócesis de Lugo. Entre los motivos que aduce, está el de la necesidad de adaptar la labor pastoral de los religiosos a la nueva realidad de las parroquias ante el despoblamiento que sufren y la carencia de vocaciones.

Pero para los feligreses de Friol y Guitiriz la sorpresa viene cuando descubren que entre los nombres de los diez párrocos que van a ser trasladados aparece el de su cura, el mismo con el que al cabo del tiempo han cultivado una estrecha relación de amistad.

El sacerdote, aunque sabe de su traslado un mes antes, no comenta nada porque el Obispado le insta a mantenerlo en secreto. Pero en cuanto la noticia se hace pública y los vecinos empiezan a preguntarle sobre los motivos de su adiós, José Ramón se refiere a ello como algo que le viene impuesto y que para nada es voluntario, lo que indigna a jóvenes como Vanesa López, Javier Campo y Marcos Lage, entre otros, que ponen el germen para una plataforma vecinal que pretende unir a todo el pueblo contra el traslado.

Ese ímpetu juvenil para rebelarse contra esa decisión cala rápido entre los mayores. Algunas de esas personas, como es el caso de Esther Delia Barreira Campo, abuela de Javier, y que, a sus 87 años, es una de las más fervientes devotas de la parroquia de Seixón, fue de las primeras en trasladar al Obispado la queja sobre el traslado, aunque su petición no encontró respuesta. «A actitude déspota non vén polo bispo senón é máis de quen o asesoran», lamenta la anciana, en referencia al vicario general, Marío Vázquez, y al de coordinación pastoral, Luis Manuel Rodríguez.

Y con la decidida postura de la Iglesia de no dar marcha atrás en su decisión y el creciente malestar vecinal, la aparición en escena de los políticos aviva el conflicto. El alcalde de Friol, el popular José Ángel Santos; el portavoz socialista, Álvaro Santos; el exalcalde friolés Antonio Muiña, y toda la corporación de Guitiriz, encabezada por la alcaldesa socialista Regina Polín, no dudan en unirse para posicionarse a favor de los vecinos, con el fin de presionar desde las instituciones hasta donde el pueblo no puede llegar o quizás pensando ya en las próximas elecciones.

El regidor friolés acaba así como mediador, pero su visita a la sede episcopal termina como el rosario de la aurora, con los religiosos denunciando al político por injerirse en asuntos eclesiásticos y con el alcalde reprochando el tono «arrogante y prepotente» de sus interlocutores e incluso planteándose pedir al pleno la declaración de persona no grata para el obispo.

Las posturas a partir de ahí se radicalizan. Las corporaciones de Friol y Guitiriz pagan incluso los autobuses que trasladan a los vecinos a una protesta ante la sede episcopal, en la que los miembros de la plataforma intentan, sin éxito, entregar las más de 5.400 firmas que consiguen reunir en contra del traslado del cura. «A partir daquela xa somos os propios veciños os que costeamos cos nosos cartos os desprazamentos», aclaran desde la plataforma.

En ese ambiente cada vez más enrarecido ya no faltan voces que dicen que los traslados son una maniobra orquestada desde la diócesis para favorecer a un cura afín, a la vez que se promueven protestas en otras parroquias afectadas por la reorganización.

La reunión del alcalde de Friol en el Obispado acabó como el rosario de la aurora y a partir de ahí las posturas se radicalizaron

Pero si en esos casos el paso del tiempo sirvió para suavizar los ánimos, en el caso que atañe a José Ramón la llama sigue muy viva, «en gran parte pola actitude que mantén o Bispado», concluyen Vanesa y Javier. Los jóvenes se refieren a hechos como el comunicado que emitió en su día el cura para desmentir al Obispado diciendo que su traslado fue impuesto y que, al día siguiente, rectificó, «porque o obrigaron a asinar un novo dicindo todo o contrario, despois de telo case cinco horas encerrado nun despacho».

Los ánimos también están caldeados por la desatención que sufren los fieles desde que el cura que sustituyó a José Ramón, José Luis González, renunció al cargo por el vacío al que lo sometieron los feligreses.

Uno de los casos más llamativos es el de Rosario Fernández, cuya hija debería hacer la comunión el próximo 24 de junio. La primera desilusión de la pequeña fue saber que José Ramón ya no sería el cura que le daría la primera comunión, pero su madre logró convencerla para que fuese el nuevo párroco quien lo hiciese. Tras su renuncia y con la fecha fijada y todo reservado, «póñome en contacto co Bispado e dixéronme que non habería problema en utilizar a igrexa de Carlín e que podía falar co cura que quixera para que oficiase a misa. Iso si, con todos menos con José Ramón». El resultado es que ni la niña ni la familia quieren hacer ya la ceremonia.

Mientras, la plataforma continúa convocando todos los domingos manifestaciones para pedir el regreso de José Ramón. Este domingo va la decimotercera y lo siguiente es llevar las quejas al Papa cuando en mayo visite Fátima.

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