Terra Chá tiene más de 60 carteros, la mayoría rurales, para el reparto de correspondencia

Clasificación de correo en la oficina de Vilalba. (Foto: C.Pérez)
photo_camera Clasificación de correo en la oficina de Vilalba. (Foto: C.Pérez)

Hacer llegar en tiempo y forma una carta, un paquete, un certificado o cualquier otra cosa que se quiera remitir a través del servicio postal depende en buena medida de la figura del cartero. Él (o ella) es el encargado de recoger el sobre del buzón y enviarlo y otro como él debe recibirlo y entregárselo a su destinatario.

Para acometer esa labor, Correos y Telégrafos tiene empleados en Terra Chá y Meira a más de 60 carteros de reparto, en su mayoría de carácter rural, además de cerca de una decena de personas asignadas a las oficinas para atención al público.

Todos ellos están ligados a alguno de los 14 puntos de atención al cliente diseminados por la zona. Cuatro son oficinas técnicas, ubicadas en los núcleos urbanos de Vilalba, Castro de Ribeiras de Lea, Guitiriz y Rábade, que están abiertas al público de 8.30 a 14.30 horas. Éstas ofrecen además de los tradicionales servicios postales, otros complementarios, como prestación de servicios bancarios -a través de Bancorreos-, envíos de dinero o cobro de recibos de luz, telefonía...

Los diez puntos restantes de atención al cliente son oficinas auxiliares, localizadas en A Pastoriza, Meira, Pol, Castro de Rei, Cospeito, Begonte, Baamonde, Xermade, Abadín y Outeiro de Rei, con horarios y servicios más reducidos.

Reparto

La oficina de Vilalba es la que cuenta con una mayor dotación de personal, ya que en ella se centraliza tanto el servicio postal de prácticamente todo el municipio y también de los concellos limítrofes de Abadín, Xermade y Muras.

Del reparto de correspondencia en Vilalba se responsabilizan 15 carteros, cuatro de ellos asignados al casco urbano y el resto con recorridos por la zona rural. La plantilla se completa con cuatro carteros en Abadín, otros tantos en Xermade y dos en Muras.

La segunda delegación por número de efectivos es la de Rábade, donde trabajan 17 carteros, dos para hacer el reparto en el casco urbano y 15 para las zonas rurales. Desde las instalaciones de Rábade se gestionan los envíos postales de los municipios de Outeiro de Rei, Begonte y Cospeito, a los que se suman la parroquia de Pígara, en Guitiriz, y la de Xoibán, en Vilalba, por cuestión de proximidad.

La actividad en lo tocante al reparto de las otras dos oficinas técnicas se circunscribe al ámbito municipal. Así, en Guitiriz hay siete carteros, cuyos recorridos cubren el casco urbano y 17 de las 18 parroquias del concello. A la oficina de Castro también están asignados siete carteros, que se hacen cargo del reparto de correspondencia de todo Castro de Rei.

Los envíos postales del resto de municipios de la zona se gestionan desde oficinas ajenas a la comarca, hasta las que se tienen que desplazar los tres carteros ruralesque se responsabilizan del servicio de correos en A Pastoriza, al igual que los tres que cubren Meira y los tres que recorren Pol.

Rutina

El trabajo de un repartidor de cartas está marcado por una idéntica rutina diaria. Así, por ejemplo, en la oficina de Vilalba el correo llega de Lugo en torno a las 7.45 horas, que es también cuando entran los trabajadores.

El primer paso es hacer una clasificación de carácter general del correo, según las rutas, y luego cada cartero se encarga de organizar el suyo, tanto el de carácter ordinario como los certificados, de los que hay que llevar un registro. En este sentido, una de las principales novedades es la incorporación de dispositivos PDA hace poco más de un mes.

A partir de las 9.00 horas empiezan a salir los carteros, normalmente primero los de Abadín, Xermade y Muras y luego los de Vilalba. Todos ellos regresan a la oficina de 14.00 a 14.30 horas, y a las 15.00 horas llega el transporte para recoger el correo saliente. Un cuarto de hora más tarde finaliza la jornada laboral.

Todos los carteros hacen el reparto diario en sus propios vehículos, puesto que la empresa solo tiene en propiedad las motocicletas que sirven de apoyo al reparto en el casco urbano.

La incorporación de nuevas tecnologías y la supresión del reparto los sábados son los últimos cambios experimentados por un servicio que está a las puertas de una completa reestructuración.

LAS DIRECCIONES, UNA ASIGNATURA PENDIENTE

  • El poner correctamente el destinatario de una carta es una asignatura pendiente que ni particulares, ni entidades bancarias, ni organismos oficiales parecen tener superado, y cualquier cartero pordía poner mil ejemplos para demostrarlo.

Carencias

  • Hay cartas sin el número de la vivienda; otras que sólo indican un nombre y apellidos, con probablemente varios vecinos a lo mejor que reponden a éste; otras con una dirección incompleta, que podría corresponderse con varios barrios de un mismo municipio...Son errores comunes que el cartero titular de un recorrido suele solventar con facilidad. Más problemas tienen los sustitutos, porque al preguntar por algún vecino puede que no sepan decirle quien es o donde vive, al conocerle por un apodo que poco o nada tiene que ver con su nombre oficial.

32 jubilaciones en la provincia

  • A lo largo del presente año 2011 se jubilaron en la provincia de Lugo un total de 32 carteros. A los cuatro chairegos se suman 5 en Lugo, cuatro en Becerreá, tres en Quiroga, dos en Palas de Rei, dos en Bóveda y quince más en las comarcas de A Mariña, A Montaña, Lugo, Ribeira Sacra y Sarria.

Homenaje

  • Correos celebró hace unos días una comida de homenaje a los jubilados de la provincia en el restaurante La Palloza, a la que acudió el director de zona.

TESTIMONIOS

Juan José Freire Rodríguez, exdirector de la oficina de Correos de Castro de Ribeiras de Lea: «Cans e carteiros non falan o mesmo idioma»

Juan José Freire se despidió el 30 de septiembre de 28 años de trabajo en Correos, los dos primeros por contrato y desde 1985 con la oposición aprobada. Nacido en Arcos (Outeiro de Rei), prácticamente toda su vida profesional, salvo una etapa en Lugo, está ligada a Castro de Ribeiras de Lea, cuya oficina postal dirigía antes de su jubilación y de donde nunca quiso marcharse.

«Empecei no reparto por Castro, facía dúas horas e media a pé, despois pasei a ser motorizado e, coa reforma, ó automóvil. Despois o titular de Castro pediu a excendecia e propuxéronmo a min e aí asumín responsabilidades da oficina, que pasou de ser auxiliar a técnica -es independiente, se responsabiliza del reparto de todo Castro de Rei y ofrece muchos más servicios, incluso de banca- fai uns cinco anos», resume. Para ello, Juan José tuvo que hacer un curso en Barcelona y pasar un mes formándose en Rábade.

Jubilado por enfermedad, dice que lo «peor» es «matar o tempo libre, porque eu era dos que viña moi contento traballar, porque me gustaba o que facía, tiña unha boa relación coa xente e me tocou traballar con bos profesionais e mellores persoas» precisa, este excartero no tan satisfecho del trato recibido por parte de una empresa «deshumanizada».

Del trabajo de oficina dice que lo mejor «era axudar á xente», a redactar un telegrama, enviar dinero... o incluso «resolvendo problemas que non entraban no teu cometido».

Del reparto podría estar horas contando anécdotas, desde las relacionadas con los fallos en los destinatarios y la «satisfacción» que daba entregar bien la carta hasta sus encontronazos con animales: que si perros, «porque os cans e os carteiros non falan o mesmo idioma», que si un nido de avispas en el buzón, que si otro de pájaros... Por encontrar, se encontró hasta con una culebra.

«Hoxe o correo é algo máis triste, pero antes os carteiros levaban ilusións, coma cando un rapaz/a te esperaba no camiño por se tiña carta do mozo/a ou cando viña unha carta do estranxeiro», recuerda, y concluye, «era un oficio moi bonito».

Josefa Egidia Novo López, excartera de Vilapedre, Samarugo y parte de Lanzós y Corbelle: «Percorría cada día uns 135 quilómetros»

«Na miña casa había unha tenda e a xente viña recoller as cartas alí, normalmente viña un veciño e adoitaba levar a correspondencia para todo o barrio». Así es como recuerda Egidia Novo sus primeros contactos con el mundo de las cartas, profesión que heredó de su familia, ya que su padre ya ejercía como cartero al nacer ella.

Egidia fue la cartera de su parroquia natal, Vilapedre y de parte de la vecina Lanzós, ambas pertenecientes a Vilalba, durante 32 años, más de tres décadas llenas de experiencias de las que dice que echará de menos, sobre todo, «ós compañeiros, máis que o traballo, aínda que algo supoño que tamén o notarei». Y es que ella casi no ha tenido tiempo de acostumbrarse a la vida de jubilada, puesto que lleva fuera de servicio apenas un mes, desde el 20 de octubre.

A sus dos primeras rutas unió, cuando se centralizaron los servicios en la oficina de Vilalba, en el año 1999, la totalidad de Samarugo y también una parte de las casas de Corbelle, hasta hacer «cada día un percorrido duns 135 quilómetros».

Egidia asegura que nunca ha tenido problemas con los vecinos, y en general está satisfecha del trato mantenido con la gente, pero la relación con sus perros es otro cantar: «O dos cans era un problema todos os días, roéronme dous e dun deles tivéronme que dar tres puntos» recuerda e ironiza, «¡e eso que os donos sempre din que o seu can non roe!».

La nieve, en lo tocante a las molestias meteorológicas, era para ella lo más difícil del reparto de correspondencia, y también podían surgir problemas con la corrección al indicar el destinatario de una carta: «Habería moito que coser nese tema, pero nas aldeas é máis fácil porque nos coñecemos todos» dice.

Comida

Además de la celebración para los jubilados de la provincia, a la que se sumaron Egidia y José María Corral, sus compañeros le organizaron una fiesta de despedida hace unas semanas en el Villamartín -la de Pepe fue a principios de año en el Montero-, a la que asistieron unas 100 personas.

José María Corral Prado, excartero de Belesar, Boizán y Soexo: «Os carteiros facemos ata de psicólogos ás veces»

Uno de los primeros en jubilarse este año fue José María Corral, Pepe para los amigos, quien el pasado 2 de febrero puso punto final a 38 años como repartidor de correspondencia de Vilalba, en las parroquias de Belesar -la suya-, Boizán y Soexo, aunque sus lazos con la correspondencia se remontan al mismo momento de su nacimiento. Heredó el oficio familiar y «xa con 15 anos repartía cartas».

Pepe empezó repartiendo el correo a pie, «con zocas», en Belesar, en aquellos tiempos en los que tenía que ir a buscarlo a San Xoán de Alba, donde el cartero de esa parroquia vilalbesa recogía todo la correspondencia de la zona que llegaba en el coche de línea. Entonces tampoco existía el reparto casa por casa: «Cando empecei levábanse á misa os domingos».

De ahí pasó a la moto y a los buzones concentrados y finalmente, en los años 80, al coche y a repartir puerta por puerta, mientras su recorrido alcanzaba los 90 kilómetros diarios. También la correspondencia ha ido a más: «Aumentou, porque antes non había case certificados e agora hainos case todos os días», dice Pepe, que sitúa la Navidad, «aínda que agora baixou» y las elecciones como las fechas con más envíos postales del año.

«Boto de menos ós compañeiros e á xente, e sobre todo ós meus amigos, uns nenos de dous ou tres anos que me coñecían e viñan sempre recoller as cartas e eu leváballes caramelos», explica, y confiesa que aún les hace una visita de vez en cuando. Precisa también que el reparto no le dio problemas y asegura que «os carteiros temos un segredo coma os curas na confesión, e non se poden contar as cousas, pero ás veces facemos ata de psicólogos».

Los perros «os inimigos dos carteiros», y las inclemecias meteorológicas, «o ultimo ano que traballei faltei dous día por culpa da neve» son las únicas pegas que este veterano cartero le pone a su trabajo, en el que nunca tuvo conflictos con los jefes, los compañeros ni con los vecinos.

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