''Teño feito ata nove pares de zocas ó día''

Abel Losada, zoqueando. (Foto: C.Pérez)
photo_camera Abel Losada, zoqueando. (Foto: C.Pérez)

abel losada ha desempeñado muchos y muy diversos trabajos en muchos y muy diversos lugares a lo largo de su ya longeva vida. Ha vivido en Bilbao, en Barcelona, en Guitiriz... y ha sido cuidador de vacas, camionero, anticuario o taxista... «Traballei de todo, sempre legalmente, iso si», puntualiza. Sin embargo, lo único a lo que no se ha dedicado profesionalmente es también a aquello que nunca ha abandonado, el oficio de zoqueiro: «Se gañara a vida nas zocas coma no taxi non as deixaba», dice, reafirmando su pasión por este calzado de trabajo, hoy convertido en objeto de coleccionista.

Abel, natural de la Casa do Dereito de la parroquia de Os Vilares, aprendió a zoquear en su casa, con su padre, «son fillo de zoqueiros, eu fago a sexta xeración», recuerda y añade que «era tan forte o que eu vivía coas zocas que as tiven que facer». «Sempre me gustou e fun creador de iniciativas sobre o calzado», dice orgulloso, al tiempo que recuerda su primera transacción comercial de zocas, cuando solo tenía ocho años: «Vendinas por tres pesetas e tiven que facelas cando meu pai se ía á cama, porque pensaba que lle estropeaba a ferramenta».

Con el paso de los años ha ido perfeccionando su técnica. «Considérome bo zoqueiro, pero recoñezo que houbo otros mellores», dice, y recuerda dos artistas en la materia, uno natural de la parroquia vilalbesa de Ínsua y otro del municipio coruñés de Aranga, de los que asegura que fueron «os mellores zoqueiros que coñecín, os que nunca lles dei a talla».

«Nunca deixo de facer zocas», asegura este zoqueiro guitiricense. Y debe de ser verdad, porque no es raro encontrarlo en su pequeño taller, donde pasa infinidad de horas dándole forma a piezas de todos los tamaños y diseños posibles, de hombre o mujer, como llaveros o base de cayados... que pasea y ha paseado por diversas feiras o exposiciones en Barcelona, Madrid, Bilbao, A Coruña, Portomarín... o este mismo fin de semana, en la tasca de Ínsua.

«Teño feito ata nove pares o día», recuerda Abel, quien asegura que, desde que se jubiló, aún encuentra un mayor placer en hacer zocas. «Todos os artesáns xubilados tiñan que estar protexidos para poder continuar co seu labor, porque é unha ilusión que temos», reivindica, seguro de que él continuará zoqueando, como se suele decir, hasta que el cuerpo aguante.

Comentarios