Temblores sobre Galicia

LOS TEMPORALES llegan a Galicia con el otoño. La climatología otoñal de este olvidable 2011 es de estival estiramiento. Compensa así los grandes huracanes que mueven la política y economía de Galicia. La semana que se fue es una excelente muestra de ambas cuestiones: un clima que se ha vuelto loco y una Galicia patas arriba con acusaciones, desmentidos y dimisiones por presuntas corrupciones. Y con escándalo general por las indemnizaciones que se llevaron los directivos de la que fue caja de los sueños gallegos. Es de suponer que esas compensaciones-liquidaciones-planes de pensiones contaron con la aprobación de los silenciosos órganos de control y administración correspondientes. Las flechas por escándalo -necesariamente falso asombro para algunos- deberían apuntar a varias dianas. La tierra tembló en Quiroga pero realmente el epicentro del terremoto político se situó en la gasolinera de Guitiriz, donde el ministro de Fomento recogió en su coche, para irse juntos a un cocido, al empresario Dorribo, que meses después acabó en la cárcel. Ese empresario supuestamente, y según publicó a toda plana El Mundo, acusa al ministro de recibir dinero. El terremoto se llevó en forma de dimisión a un prácticamente desconocido diputado autonómico del PP y al exconselleiro Fernando Blanco, un importante activo para el BNG. Hubo más huracanes, como la todavía no explicada nacionalización de Novacaixagalicia y, casi al cierre de estos siete días, llegó la absorción del Banco Pastor por el Popular. Son las consecuencias, en este último caso, de la globalización y de mandatos europeos para la banca. Y la decisión soberana de los dueños, que no es el caso de las cajas. Una política bancaria y financiera que todavía tiene pendiente la demostración de su eficacia, tanto para el propio sector como para la economía en general. Sistema financiero gallego, por cierto, que nunca existió.

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