EN LA VIDA de un enfermo renal existen ciertos hábitos, el principal de ellos la cita obligatoria en el centro médico con la hemodiálisis. Un día sí y otro no, los afectados deben realizar un viaje para su tratamiento en el que suelen terminar muchas veces agotados. En el año 2003 Alcer-Lugo y la Xunta de Galicia llegaron a un acuerdo para proporcionar un servicio de taxis que llevase a los usuarios a los centros donde realizar diálisis. La organización ofrece este servicio en la actualidad a 200 usuarios en toda la provincia, frente a las 220 personas que precisan de la hemodiálisis en Lugo.
Antonio Castro comenzó a emplear este servicio desde el momento en el que se implantó. Antes de eso había utilizado las ambulancias como muchas otras personas. El principal problema de estos vehículos es que las rutas suelen hacerse mucho más largas y la espera puede llegar a serlo también.
Los usuarios de Alcer-Lugo pueden llegar a estar con el tratamiento de diálisis hasta una década mientras esperan un trasplante
Antonio empleó esta posibilidad hasta este pasado mes de enero, cuando consiguió un trasplante. "Estuve muy contento con el servicio", indica, al tiempo que recuerda las mañanas madrugando para ir a diálisis. La principal ventaja del taxi, explica, es que es posible salir del hospital y coger inmediatamente el transporte, sin necesidad de tener que esperar, pues el hecho de fijar la hora permite tener la seguridad de contar con él.
Algunas personas pueden verse en la lista de espera de un transplante de riñón durante años. Antonio entró en la lista para ser trasplantado con 21 años y no fue hasta que tuvo 30 que lo consiguió. Diez años en los que la hemodiálisis se convirtió en un factor clave de su vida. En ocasiones, como estudiante, se encontraba demasiado "machacado" de la sesión anterior como para ir a clase.
El marido de Fina Castro, Gonzalo Rodríguez, pertenece al grupo de 40 usuarios de la asociación que emplean en la actualidad el servicio de taxis en la capital provincial. La familia ha podido beneficiarse de las ventajas de esta opción incluso en los meses que pasaron en su casa en A Mariña.
"Es una auténtica maravilla", explica Fina, que destaca las necesidades especiales que tiene su marido, dado que Gonzalo solo conserva un pie. Su mujer insiste en la necesidad de que los taxistas aporten algún servicio más allá del transporte, ya sean pequeños detalles como ayudar a los usuarios a bajarse si tienen dificultades.
Otra usuaria del servicio que proporciona Alcer es Carmen Rouco, de Vilalba. "Estoy muy contenta, la diálisis la llevo muy bien" comenta. Carmen realiza su tratamiento en el centro de diálisis B. Braun en la capital y el taxi que la lleva recoge a otras personas en algunos puntos del trayecto como Begonte.
Carmen lleva cuatro años empleando este servicio, los mismos que han pasado desde que sufrió el rechazo de su trasplante de riñón. A las 13.00 horas sale de su casa en Villalba y no vuelve hasta las 21.00 horas, ya que una sesión de diálisis por lo general dura cuatro horas.
La única crítica que puede hacer esta usuaria del servicio es que debe esperar a veces una hora o más a que el taxi salga desde el hospital, ya que los horarios del tratamiento son diferentes en los dos centros.