Tango en San Pedro

El Papa Francisco cumplió ayer 78 años. Unas 3.000 personas bailaron un tango en la Via della Conciliazione, esos poco más de 500 metros de amplia y abierta avenida que une la Plaza de San Pedro con la ribera occidental del Tíber, con el corazón de Roma. Era una histórica idea que mandó construir Benito Mussolini, después de que, como primer ministro de la monarquía, firmara con el Vaticano los pactos de Letrán (1929): el fin de las disputas por el poder temporal sobre Roma entre el papado y la autoridad de Italia. No quedan tan lejos en la historia las contiendas del papado y el poder temporal del Estado italiano, con armas de lucha como la excomunión. Sí parecen mucho más alejadas, en las antípodas, de la concepción que transmite Francisco cuando en una homilía de su misa diaria en la capilla de Santa María (junio de 2013) asegura que «San Pedro no tendría cuenta en un banco». Es este Papa que experimentó ayer el calor de la opinión pública con ese original homenaje de 3.000 personas ejecutando un tango en honor a un pontífice. Fue la respuesta a una convocatoria en las redes. Francisco está más cerca de la celebración de esa danza, que confesó que bailó y le gustaba en su juventud, que de los legionarios de Cristo, que le obsequiaron en la plaza con una tarta de cumpleaños con la bandera argentina. Los legionarios los fundó el famoso por sus escándalos, entre otros de abuso de menores, Marcial Maciel. Francisco ve «la Iglesia como un hospital de campaña después de una batalla», según las declaraciones que realizó en 2013 a las revistas culturales de los jesuitas en todo el mundo. La batalla pudo estar simbolizada ayer entre esos seminaristas y cléricos con estricta vestimenta clerical que le ofrecieron la tarta y quienes ejecutaron esa danza sensual, de pareja abrazada, y cuyas letras recogen las tristezas de hombres y mujeres «en las cosas del amor».

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