Subir, bajar y el optimismo

SI EL AUGURIO del presidente de Telefónica, César Alierta, se cumple, el optimismo y la confianza regresarían sin duda. El ritmo de recuperación no sería ya ese avance suave, prácticamente imperceptible para las economías domésticas, que amenaza para muchos años. Un descenso al 14% del paro en cuatro años implicaría un cambio en las políticas económicas. Alierta parece confiar en que los resultados de las elecciones europeas suponga un revulsivo en Bruselas, que vean las orejas del lobo que les lleve a optar finalmente por políticas de crecimiento frente al dogma de la austeridad y el recorte. El ascenso de los populismos y el euroescepticismo es consecuencia de la dureza para amplias capas sociales de las medidas económicas y del temor, a partir de las mismas y a los mensajes políticos dominantes, que son doctrina para interés de parte aunque lo transmiten bajo pseudoenvoltorio de verdad técnica, a un cambio de modelo social. Ahí cabría el primer mensaje del presidente de la CEOE cuando hace unos días pedía salarios más bajos aunque ayer cambió de rumbo, parece, y pide revisiones al alza para aquellos sectores que estén creciendo.

ESPERAR MEDIDAS

Los analistas, con cautelas, adelantan que el BCE tomará medidas el próximo jueves para que el dinero llegue a las empresas y al consumidor. Las señales de estancamiento que muestra el dato adelantado de un 0,2% en el incremento de los precios en mayo en España, y que suceda algo similar en la zona euro, además de la necesidad de dar respuesta al mensaje electoral, impondría cambios para salir de la antesala de la deflación que alejaría la salida de la crisis. Las decisiones del BCE indicarán si el optimismo que muestra César Alierta puede ser compartido.

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