EL 22 DE ENERO de 1817, el escritor francés Henri Beyle, conocido por el seudónimo de Stendhal, dejó constancia en su diario de la fuerte impresión que le había causado la iglesia de la Santa Croce de Florencia: «Había alcanzado este punto de emoción en que se encuentran las sensaciones celestes inspiradas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de la Santa Croce, me latía con fuerza el corazón; sentía aquello que en Berlín denominan nervios; la vida se había agotado en mí, andaba con miedo a caerme».
El llamado síndrome de Stendhal se asocia, después de casi dos siglos, a reacciones físicas -angustia, temblor, palpitaciones- que aparecen cuando el individuo está expuesto a una gran acumulación de belleza y de obras artísticas.
Sin duda alguna, la sensibilidad de Stendhal habría sucumbido ante la imponente belleza natural del municipio de O Vicedo. Tal vez hubiese publicado un libro al respecto; por desgracia, los viajes del autor de ‘La cartuja de Parma’ nunca lo acercaron a Galicia.