'SOS' de la flota gallega, que acumula incontables pérdidas a causa del mal tiempo

La sucesión de borrascas en Galicia desencadena incontables pérdidas económicas en una comunidad con una parte notable de su economía productiva volcada en el mar y con una flota que lleva demasiados días amarrada a puerto.

Todos los consultados coinciden en lo preocupante de esta situación, a todos los niveles.

En las cofradías de la ría de Pontevedra, el marisqueo se encuentra "prácticamente parado" para las trabajadoras de la cofradía de Lourizán, cuenta su presidenta, Mari Carmen Vázquez Nores.

"Inviernos como el presente no los recuerdo, con temporales y viento de esta manera".

La mayor salinidad del agua provoca mortandad en los moluscos y, pese a las pequeñas treguas, la habitual rentabilidad reducida del mes de enero tampoco ayuda a una actividad que no está pasando "un buen momento".

En el margen norte, el panorama no es mejor, según detalla Marcos Ruibal, secretario de la cofradía de Raxó (Poio), que dibuja una estampa en la que las embarcaciones "están amarradas" y la incidencia del mal tiempo en el marisqueo a pie también "es elevada".

La presidenta del marisqueo a pie de Vilanova, Evangelina Lago, dice que "lo llevamos muy mal porque pasamos mucho tiempo así, sin poder hacer nada".

Quienes se dedican al marisqueo a flote llevan dos semanas sin vender en la lonja y en el de a pie "se nota un poco de recuperación", de la mano de la almeja japónica, "pero casi imperceptible".

Echa la vista atrás y rememora que "las Navidades para nosotros ya fueron mortales, la verdad, y ahora salimos de la UCI pero seguimos en el hospital".

El patrón mayor de A Illa, en Arousa, Ángel Iglesias, apunta que "en el aspecto económico" la meteorología adversa "está poniéndonos la puntilla".

"A la escasez de producto y la crisis económica, ahora se suma esta época de temporal. La semana pasada solo pudimos trabajar dos días, esta ninguno. Es una ruina. Y sin contar los desperfectos... Alguna embarcación dañada, una batea que se soltó y aunque todos ayudamos y gracias a dos barcos se pudo rescatar, la producción de mejillón se perdió toda..."

Sabe que toca esperar y tener paciencia, y nunca olvida que el sentido común obliga a extremar las precauciones.

"Es algo en lo que insisto mucho. Si hay que perder de ir al mar, se pierde, pero hay que tener cuidado y no jugarse el pellejo. Si hay que perder algo, que no sea perder la vida".

Una de las empresas de referencia en la coruñesa Costa da Morte es Mariscos Juan Ramón, que surte de los mejores productos a los restaurantes más conocidos de la zona y a algunos de los más prestigiosos de la provincia de A Coruña en general.

Su propietario, Juan Ramón Lobelos, sufre en su bolsillo los efectos del mal tiempo desde hace casi dos meses, pues desde el pasado 12 de diciembre trabaja "bajo mínimos" y nota en el negocio las inclemencias de un clima "tan perjudicial".

No recuerda "una racha tan larga" de mal tiempo que afecte a su ocupación laboral.

Así, admite que tiene "poco que contar" después de una semana en la que "no se trabajó nada" y empeora la situación de la anterior en la que "se trabajó muy poco".

Lobelos subraya que lo pasan peor quienes dependen del pescado, pues la lonja de Fisterra apenas abrió sus puertas un día en toda la semana y la flota permanece amarrada.

Incluso alguna embarcación que "está especializada" en los días en los que el tiempo es peor se queda en el puerto.

La semana pasada este profesional pudo conseguir algo de almeja y de navaja y muy poco de percebe en una época de erizo en la que los mariscadores, con "tanta borrasca", apenas visitan sus zonas de trabajo.

Solo pueden aprovechar los "pocos momentos" en los que el viento y la marea se lo permite.

La esperanza de Juan Ramón es "poder trabajar la próxima semana, pero muy poco", pues desde el 12 de diciembre el tiempo apenas da una oportunidad.

Da igual a quien se le pregunte. Todos expresan su desesperación por este invierno desastroso.

En Lugo, el patrón mayor de la cofradía de Burela, Basilio Otero, aporta cifras y cuenta que un barco de artes menores deja de ganar cada día entre 300 y 500 euros, mientras que en un arrastrero estas cantidades pueden llegar a multiplicarse "hasta por treinta", y situarse entre 9.000 y 10.000 euros por cada jornada de trabajo perdida.

"Una gran pena", concluye, y este sentir es unánime.

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