Taboada, solo un negocio; Becerreá, sin parcelas desde 2008

Solo tres de los 40 parques empresariales tienen ocupación plena y hay dos vacíos del todo

En muchos se vendió todo el terreno, pero la mayoría de las parcelas siguen desocupadas. Las administraciones solo desarrollarán áreas bajo demanda previa para evitar recintos desiertos
Parque empresarial de Baleira, con dos naves construidas
photo_camera Parque empresarial de Baleira, con dos naves construidas

Lugo tiene superávit de suelo industrial. De los 40 parques empresariales que salpican la provincia, sólo tres, los de Becerreá, Xove y Begonte, están al cien por cien, con todas sus parcelas vendidas y con actividad real en las mismas. En contraposición, otros dos recintos, los de Paradela y Ourol, son un desierto con viales y farolas, pero sin empresas, mientras que en Mondoñedo se va a instalar en breve el primer negocio, el mismo número que hay en
los parques de Taboada, Portomarín y Castroverde.

Al margen de estas situaciones extremas, en los restantes polígonos de la provincia sobra suelo industrial, con un índice de actividad real, es decir, de naves con negocios en marcha, que no ocupan ni el 50% del terreno industrial. Los muchos millones invertidos en la urbanización de estos espacios durante décadas han generado muy pocos beneficios en la mayoría de los casos. En el polígono de Baleira, por ejemplo, se invirtieron más de 150.000 euros en la urbanización de más de 45.000 metros cuadrados, en los que solo se construyeron dos naves, mientras que en Taboada, la inversión, superior a los 300.000 euros, solo fomentó la instalación de una empresa.

Curiosamente, en algunos parques empresariales se produce la situación de que se ha vendido un elevado porcentaje de las parcelas, en muchos casos el cien por cien, pero la ocupación real es considerablemente inferior. Esta circunstancia se produce tanto por la crisis económica, que dejó en el aire muchos proyectos de negocios, como por la simple especulación de particulares, que adquirieron las parcelas en un primer momento y, ahora, ante la demanda de suelo, han fijado unos precios muy elevados.

Curiosamente, en algunos parques empresariales se produce la situación de que se ha vendido un elevado porcentaje de las parcelas, en muchos casos el cien por cien, pero la ocupación real es considerablemente inferior.


Esta situación se mantuvo en la capital de la provincia durante años, en el polígono de O Ceao, donde parcelas o naves desocupadas alcanzaban elevados precios de compra o alquiler debido a la gran demanda, hasta que se construyó
el parque de As Gándaras, hoy en día, curiosamente, un auténtico desierto con solo seis naves con negocios en marcha en las cerca de 90 parcelas urbanizadas por la Xunta con una inversión de casi 40 millones de euros en una primera fase.

UBICACIÓN. El éxito o el fracaso de los parques empresariales está relacionado con su ubicación geográfica.
En este sentido, salvo algunas excepciones, los recintos
de la zona de A Mariña, muchos de los cuales nacieron para acoger las empresas que suministran a Alcoa, registran un elevado porcentaje de actividad.

La misma situación se produce en los que se encuentran ubicados en la comarca de la capital. En este caso, además de la cercanía con Lugo y toda la actividad económica que se genera en la ciudad, hay un aspecto de máxima importancia y es que los parques están contectados con las grandes vías de transporte por carreteras, como es el caso de Outeiro de Rei, Rábade y O Corgo, que crecieron con la A-6.

Un ejemplo de que las comunicaciones son primordiales para que un recinto empresarial funcione es el de Palas de Rei, donde los negocios acudieron en los últimos años, atraídos por su proximidad al centro de Galicia, aspecto esencial para empresas distribuidoras, y por las ventajas que aportará la autovía Lugo-Santiago, actualmente en construcción y que está previsto rematar en tres años.

ÉPOCA DE BONANZA. Para explicar la cantidad de suelo industrial del que no se obtiene ningún rendimiento hay que remontarse a los años noventa del pasado siglo y a los primeros del actual, hasta que estalló la crisis económica. Durante casi dos décadas, las administraciones públicas se volcaron en dar facilidades a las empresas que nacían facilitando un lugar en el que instalarse.

La Xunta llegó a tener dos entidades destinadas, entre otras cosas, a generar suelo industrial, Xestur y el IGVS; la Diputación de Lugo creó Suplusa, los concellos compraron terrenos y hasta hubo iniciativas privadas, con comunidades de vecinos donando fincas, que después desarrollarían las administraciones. Esta situación se produjo en Ourol, cuyo polígono que comenzó a funcionar en plena crisis, en el año 2010, y de cuyos 18.370 metros cuadrados solo fueron vendidas dos parcelas y ocupada una, por una empresa de reciclaje de electrodomésticos, que se encuentra cerrada.

Esta alocada carrera por crear parques empresariales, muchas veces realizada sin tener en cuenta la demanda real, generó miles de metros cuadrados en pequeños municipios agrícolas, que carecían de industria, por lo que no se creó riqueza alguna, y por lo que, actualmente, carecen de uso efectivo.

Esta alocada carrera por crear parques empresariales, muchas veces realizada sin tener en cuenta la demanda real, generó miles de metros cuadrados en pequeños municipios agrícolas, que carecían de industria, por lo que no se creó riqueza alguna



La crisis económica cambió la situación, pero no fue de forma radical, porque en la provincia de Lugo se siguieron construyendo parques empresariales hasta el año 2010. Entre la reducción de la demanda por parte de los emprendedores y los precios que habían alcanzado las parcelas, la venta de suelo industrial estuvo prácticamente paralizada en los últimos años hasta que las administraciones pusieron en marcha programas para fomentar la creación de nuevos negocios y, al mismo tiempo, deshacerse del stock de suelo.

La Xunta ofrece actualmente grandes descuentos, que en algunos casos alcanzan el 50%, y facilidades de pago a largo plazo. Por su parte, la Diputación, tiene en marcha un plan pionero en España, que incluye ayuda financiera para la adquisición de la parcela (el precio por metro cuadrado es de 30 euros) y la construcción de la nave. Hasta el momento, solo una empresa se ha acogido a este programa en Castroverde.

CAMBIO DE FILOSOFÍA. El nuevo panorama económico ha cambiado también la filosofía a la hora de generar suelo industrial , que ahora se hará con demanda previa. En este sentido, Suplusa ha optado por crear pequeños espacios en los 31 concellos de la provincia que todavía no los tienen, pero siempre que haya solicitudes.

El emprendedor habrá de dirigirse a su concello y éste a Suplusa para estudiar si ya existe suelo industrial establecido en el PXOM o hay que crearlo. La Diputación se ocuparía de los trámites para facilitar la parcela al demandante y de la urbanización del espacio exclusivamente necesario, evitando así recintos industriales desiertos.

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