Solidaridad que nace de la tierra

La colaboración entre agricultores y voluntarios del Banco de Alimentos, encargados de recoger los excedentes, permite que muchas familias de la comarca puedan llevar a su mesa verduras y hortalizas frescas. Una cadena de buena voluntad en la que la marca la batió Labregos de Lugo con la donación de más de 2.000 repollos
Voluntarios tras recoger repollos, en A Pontenova
photo_camera Voluntarios tras recoger repollos, en A Pontenova

La solidaridad con los más necesitados está presente en muchas acciones del día a día, pequeños gestos, que consiguen un gran beneficio en las vidas de los que lo están pasando peor. Un buen ejemplo es la cooperativa Labregos de Lugo, que dona parte de su producción al Banco de Alimentos.

La cooperativa está integrada por cinco agricultores, tres de ellos de la comarca mariñana -Xulio Rodríguez, de Mondoñedo; Manuel Rodríguez, de A Pontenova y Pablo Pumar, de Riotorto- que se dedican al cultivo de verduras y hortalizas de temporada y en cuya filosofía de empresa comunitaria encaja a la perfección colaborar con parte de su producción con los más desfavorecidos.

Las aportaciones van desde alimentos que no consiguen una salida en el mercado, pues «moitas veces se satura», a productos que no superan los requisitos que se exigen para estar expuestos en los establecimientos, pues «en ocasións prímase o aspecto fronte á calidade», asevera Xulio Rodríguez en relación a aquellos productos considerados de segunda por su peor apariencia, pero de la misma calidad de los que se colocan en las tiendas.

Unos alimentos que se podrían vender a un menor coste, pero es una salida que rechazan los productores tanto por no tirar los precios como, sobre todo, para permitir que se puedan aprovechar en casas o en comedores sociales, pues se trata de alimentos muy perecederos: «Uns tomates aínda botan uns días, pero as leitugas non», recuerda.

EN CONJUNTO. Unos alimentos que consiguen que lleguen a los más necesitados gracias a la labor altruista de un grupo de voluntarios, que aportan su tiempo, su trabajo y hasta sus vehículos particulares para transportar la mercancía, que se entregan en los diferentes ayuntamientos de la comarca, siempre a través de los servicios municipales.

En ocasiones se trabaja en colaboración con el Banco de Alimentos de Lugo, como en la recogida que efectuaron a mediados del pasado mes de noviembre, en A Pontenova, de más de 2.000 repollos.

Los voluntarios aportan su tiempo y su trabajo, pues en ocasiones recogen los alimentos en el terreno donde están plantados

Las hortalizas fueron recogidas en el terreno por los propios voluntarios, una práctica que es también común, pues no siempre se recogen todas las unidades que hay plantadas y la labor de los voluntarios comienza en el mismo terreno. Un desinteresado esfuerzo, al que ellos quitan hierro, recordando que nada sería posible sin las aportaciones de los agricultores, a los que agradecen su solidaridad. Los productores insisten en que «cada un aporta o seu gran de arena».

Un grano de arena que es como una montaña para estas pequeñas empresas, pues los socios de Labregos de Lugo son empresas familiares, con una media de dos o tres empleados, que solo llegan a contar con uno más de carácter temporal en las épocas de recogida de las cosechas.

CERTIFICADO. Un trabajo que realizan como antaño, no en vano muchos aprendieron el oficio de sus antecesores, pero bajo unas condiciones y unos parámetros de calidad exigidos por varias de las firmas con las que trabajan, fundamentalmente cadenas de fruterías, almacenes y restaurantes. Clientes con los que tratan de fijar un producción anual «e agora estamos a pechar a campaña de 2017», recuerdan desde la cooperativa.

Una entidad que tampoco olvida el comercio al por menor, e incluso ofrece la posibilidad de comprar sus productos por internet, aunque reconocen que en la comarca el servicio «está un pouco estancado, basicamente porque estamos nunha zona rural».

Aún muchos prefieren acudir a la misma finca para comprar el producto de manera más directa, o bien en los mercados y ferias que se desarrollan a diario por la zona. «No noso caso, imos xa só a determinados mercados, como os estacionais de Riotorto o Produart, en Burela, porque non podemos estar a todo e centrámonos máis na produción», reconoce Rodríguez, quien entre sus fincas cuenta con una dedicada a cultivo ecológico, aunque lo suyo es más la agricultura convencional.

Rodríguez reivindica el empleo cercano frente al libre mercado «que nos ten arrinconados» y defiende la producción local «como unha aposta pola alimentación sana e que deixa o valor no concellos cercanos», recuerda.

GALARDÓN. Un trabajo que le valió en 2006 un premio Agader a la iniciativa de desarrollo rural para jóvenes, un reconocimiento a un empleo que escogió por vocación, pero para el que reivindica «unha necesaria preparación e coñecemento e para o que é necesario dominar un montón de facetas e moita práctica», apunta.

En su caso, sus maestros fueron sus abuelos, «cos que pateaba os mercados cando empecei nisto e sabían moito de cousas moi variadas, das épocas de plantación, de manexar os cultivos...», asegura, mientras recuerda que sigue trabajando «con ilusión e ganas de facer cousas».

Tanto es así que entre sus propuestas está la de poder adquirir más terreno con el que seguir creciendo, al tiempo que recuerda que son muchas las fincas en casi todos los concellos mariñanos que están improductivas y que se podrían aprovechar para reducir el desempleo entre los jóvenes.

La producción de Labregos de Lugo se centra en productos de temporada, con una lista que abarca lechuga, coliflor, patatas, grelos, repollo, cebolla, brécol, calabacín, calabaza, judías, acelgas y pimientos.

Productos de toda la vida, entre los que se va introduciendo alguna variedad, como el repollo corazón o picudo, que en la provincia supone solo un tercio de las ventas, pero que en otras localidades como en Pontevedra -donde se le conoce por lorena- se triplica su consumo. «Na comarca somos máis reacios aos cambios», reconoce Xulio Rodríguez, aunque se ha ido incorporando bien esta variedad, más tierna y menos dulzona que el rizo, que será el que encontremos a partir de ahora en los mercados «porque é capaz de aturar mellor o frío».

Los productores mariñanos tampoco han sido ajenos a la mala campaña de patatas, con nuevas plagas y un verano excesivamente caluroso que ha mermado la producción y que tampoco ha sido bueno para otros cultivos de temporada: «Foi un ano algo problemático, si», confiesa Rodríguez.

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