Silencios

Cierto es que los grupos de izquierda o quienes se autoproclaman tales son más proclives que la derecha a movilizarse, lo cual está muy bien y es además saludable en una democracia, pero carecen de sensibilidad para protestar cuando los desarreglos provienen de su lado, donde parece que los desenfrenos están permitidos. Aun así resultaban sospechosos los silencios (callejeros y de despacho) por los eres fraudulentos andaluces, en detrimento de los subsidios del paro, como si todas las pancartas esperasen mejor ocasión en el desván de los Bardem, también mudos pese a los millones de dinero público desfalcados. Pero llegó la explicación: había sindicalistas de por medio, y de hecho uno de ellos, cazado con el botín debajo de la cama, ya está en el trullo. Los sindicatos, recelosos, no lo admiten, pero la juez insiste en que cobraban comisiones por dar información privilegiada sobre las empresas en crisis. Algo se avanzó, pero será insuficiente hasta que caigan todas las equis. No parece difícil.

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