El resumen de la situación que hace Ramón Loureiro, un funcionario de la Xunta residente en Santiago pero que ejerce en Lugo, es extremadamente gráfico: «Si se trata de un día, puedes hacer el viaje por la Nacional para ver el paisaje. Si vas a trabajar, lo que menos te importa es el paisaje, quieres llegar a tiempo a tu puesto de trabajo», reconoce.
Eso no impide que él y las dos compañeras con las que comparte el coche no hagan esfuerzos por ahorrar en un traslado que, obligatoriamente, realizan cinco días por semana. «Desde hace un año, no vamos por autopista para no pagar el peaje. Vamos por el tramo de la Nacional por Teixeiro y después cogemos la autovía», explica. Con anterioridad, sí recorrían un tramo por autopista. Entonces existía un descuento por uso frecuente que les parecía a todos los funcionarios que entonces compartían vehículo muy favorable.
Pese a asumir ese ahorro, Loureiro admite que el pago de la autovía, si acabase siendo obligatorio, no podría eludirse. «Si establecieran un peaje por la autovía lo pagaríamos sí o sí. No nos quedaría más remedio», explica, aunque reconoce que le parecería «el colmo» que se diese tal situación.
