Shows innecesarios

AL MARGEN de otras derivaciones procesales aún sin determinar, el show innecesario con que arrancó la operación Muralla, que en apariencia tenían más que ver con motivos políticos que delictivos, tuvo su primer desenlace, al sobreseerse, después de siete años, que ya es tardar, las imputaciones a cuatro funcionarios de la Diputación. Con independencia de su presunta implicación, ahora exonerada, casi nadie entendió el espectáculo montado para que tuviese la máxima repercusión mediática. Lo más grave de la exhibición fue sin duda el paseo, esposado, como si fuese un peligroso delincuente, de uno de los detenidos, también exculpado. ¿Cómo se repara el daño causado a esta persona? Cuando menos se merece una disculpa; en todo caso debería servir para que no se repitan afrentas peliculeras, tan frecuentes por la ligereza con que se montan la mayoría de estas maniobras, pretendiendo con el ruido vender eficacia, cuando se consigue todo lo contrario.

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