Serlo y parecerlo

EL JUEZ Castro afirma que el haber sido sorprendido de alterne con una de las abogadas de la acusación del caso Urdangarín no cuestiona su imparcialidad. Lo más seguro es que tenga razón, pero no iba a decir lo contrario, y un juez, como la mujer del César, además de ser integro debe parecerlo, no dando pábulos a la desconfianza. Y la suspicacia está servida para todos los maliciosos. En su vida privada, como cualquier persona, puede comportarse como le apetezca, está en su derecho, pero dada su condición y las circunstancias, que no cuide en público los contactos, facilitando que se le retrate y se publiquen las fotos en un diario nacional, parece imprudente, forme o no parte de una campaña de desprestigio, y más si la acompañante es jurista de una parte interesada. Lástima que una actuación tan valiente a ojos de la sociedad, porque lo es, caiga en entredicho por una torpeza. Sin que ello quiera decir que vaya a modificar su conducta, el recato y la prudencia son obligados. El mosqueo, con razón o sin ella, revolotea innecesariamente.

Comentarios