¿Se debe cambiar de hora dos veces al año?

DECISIÓN CUESTIONADA. La obligatoriedad del cambio horario con la pretensión de ahorrar energía (y con ello dinero) no encuentra una aceptación unánime, pero como a principios de cada primavera, en la madrugada del próximo domingo se adelantarán los relojes.

EL AHORRO es mínimo y las molestias escasas. Estas serían grosso modo las conclusiones más extendidas del cambio horario en primavera y en otoño. No existe un cálculo exacto de cuánto se deja de gastar al año con esta decisión, aunque las estimaciones en España se situarían en cuanto a las familias en solo unos euros, menos del 0,5 por ciento de la factura eléctrica. Una menudencia tanto para los hogares como en el consumo global. El Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía, entidad pública empresarial del Ministerio de Industria, entiende que el potencial de ahorro por el cambio de hora en España puede llegar a representar el 5 por ciento del consumo eléctrico, unos 300 millones de euros, repartidos en 90 millones en hogares (seis euros cada uno) y 210 en el sector servicios y en la industria. Aunque las cifras no sean exactas y bastante modestas, en España y en los demás 26 países de la Unión Europea es de obligatorio cumplimiento este cambio en las manecillas, y en el mundo más de ochenta estados se suman a esta iniciativa ampliamente extendida desde la crisis del petróleo de 1974, aunque anteriormente ya se habían hecho pruebas. Y en cuanto a la salud, el cuerpo se adapta con rapidez a los cambios, aunque los primeros días se resienta, pero sin llegar a trastornos.

Entonces, si se ahorra poco, qué es lo que se busca, ¿por qué se sigue aplicando el cambio horario el último domingo de marzo (adelantar el reloj una hora) y de octubre (retrasarlo)?

ADELANTAR EL RELOJ, UNA MEDIDA INEFICAZ
por IGNACIO BUQUERAS Y BACH,
presidente de la comisión nacional para la racionalización de los horarios españoles y de Arhoe

UNA VEZ más en la noche del 29 al 30 de marzo se repetirá el ritual -como los demás ciudadanos de la Unión Europea- y tendremos que adelantar una hora nuestros relojes. Las dos de la madrugada pasaran a ser las tres, comenzando así el llamado horario de verano. Esos sesenta minutos que hemos perdido no los recuperaremos hasta el último domingo de octubre, en el que retrasaremos el reloj una hora -de las 3.00 a las 2.00- y entrará en vigor el horario de invierno.

El pasado 6 de noviembre, en Zaragoza, en la clausura del VIII Congreso Nacional para Racionalizar los Horarios Españoles, tomamos, por unanimidad, el acuerdo de solicitar al presidente del Gobierno que el citado cambio horario no se hiciera este año, con lo que pasaríamos automáticamente a tener la hora solar que nos corresponde y que perdimos el 2 de mayo de 1942.

El citado planteamiento, que la Comisión Nacional desde hace varios años ha venido periódicamente solicitando, obtuvo el pasado 26 de septiembre el respaldo de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados, que mayoritariamente votó el informe elaborado por la subcomisión para el estudio de la racionalización de horarios, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la corresponsabilidad. En el citado informe, uno de los puntos era volver al meridiano de Greenwich.

Desde 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo, tenemos tan interiorizado este ritual que no nos planteamos su conveniencia o inconveniencia. Realmente, ¿nos interesa cambiar la hora? ¿Seguro que no existen mejores soluciones para ahorrar dinero y energía?

En mi opinión, lo único que se consigue moviendo las manecillas del reloj es desplazar el horario civil. Nada más, porque la disminución en el consumo de energía que se pretende lograr es poco relevante. Según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (Idea), durante el horario de verano los hogares ahorran un 5%, apenas seis euros al año por familia, una cantidad tan insignificante que se podría decir que es el chocolate del loro; y las oficinas y empresas del sector servicios, el 3%.

Estoy convencido de que se ahorraría más si hubiese un cambio en profundidad de nuestros horarios, de manera que saliéramos antes de trabajar; en consecuencia, nos acostaríamos más temprano. También conllevaría un ahorro significativo que se extendieran las medidas de flexibilidad que han introducido ya algunas empresas, como la jornada intensiva, la semana comprimida para librar el viernes entero o la tarde del viernes, la política de apagar la luz o los ordenadores a partir de una hora… O que las cadenas de televisión, tanto públicas como privadas, terminaran antes sus emisiones, especialmente los programas de ‘prime time’, que se caracterizan por acabar muy tarde, algo que no ocurre en otros países de nuestro continente.

El ahorro económico que conllevarían estas decisiones es evidente, y muy positivo en la actual situación de crisis; y no menos importante es que con ellas se evitaría enviar emisiones contaminantes a la atmósfera. Estas son algunas de las ventajas que tendría una modificación de nuestros horarios, pero no las únicas. Porque, como hemos manifestado en numerosas ocasiones desde la Comisión Nacional, unos horarios racionales nos permitirán conciliar nuestra vida personal, familiar y laboral; aumentar la productividad; apoyar el rendimiento escolar; favorecer la igualdad; la corresponsabilidad; disminuir la siniestralidad; facilitar la globalización; mejorar nuestra calidad de vida y nuestra libertad personal; cuidar y mantener hábitos saludables; disfrutar de una merecidas horas de ocio y descanso… Y, en definitiva, dar un mayor valor al tiempo.

La Comisión Nacional pretende sensibilizar a la sociedad española de que nuestros horarios deben ser más similares a los de nuestro entorno europeo y occidental. Tienen que dejar de ser una singularidad, una anomalía. Hemos de cambiarlos para que nos faciliten la interrelación con otros países en el actual mundo globalizado, y acabar con el ‘Spain is different’ que tanto nos perjudica.

CRONOBIOLOGÍA Y SALUD
por JUAN CRESPO,
médico de familia y experto en cronoterapia

A LO LARGO de la historia con frecuencia hechos cotidianos pasan inadvertidos y tardan en ser analizados por la ciencia, no obstante ya en la Grecia Clásica estudiaban la variación diaria de síntomas en algunos pacientes y observaron que la frecuencia cardiaca variaba según la actividad durante el día; además la medicina romana ya sabía que el dolor de gota aparecía con el canto del gallo mientras que el dolor de artrosis aumentaba a lo largo del día.

Franz Halberg hace 60 años fue el que inició el estudio de los ritmos biológicos y lo denominó «cronobiología»; su estudio lleva a programar pruebas diagnósticas, prevenir y tratar enfermedades (cronoterapia) a la hora más adecuada según los ritmos biológicos del individuo.

Estudios en régimen de aislamiento estricto de estímulos temporales (cuevas, búnkeres…) han ayudado a conocer muchas características del ritmo biológico interno y sus determinantes, demostrándose la existencia de oscilación predecible en numerosas variables biológicas a lo largo de las 24 horas (variación circadiana). Antes se consideraba que estas oscilaciones eran errores de los sistemas biológicos de regulación, pero a la luz de teorías actuales se demostró que cualquier proceso en un sistema complejo, como puede ser el organismo humano, resulta más eficiente en un régimen oscilatorio que en uno constante.

La duración de los ciclos de luz-oscuridad varía aproximadamente 4 minutos por día en nuestra latitud pero el organismo corrige más fácilmente desfases de 1 o 2 horas que pequeños cambios de unos minutos diarios apenas percibidos por el sistema circadiano. Ejemplo de desajuste temporal es el ‘jet lag’ (desfase horario generalmente superior a 5 horas tras vuelos transmeridianos), que provoca síntomas físicos como fatiga, alteraciones digestivas, dificultad de concentración, cambios de humor o trastornos del sueño; también los correturnos (actividad laboral a turnos horarios cambiantes). Según versiones oficialmente admitidas, los accidentes de Chernóbil, transbordador espacial Challenger o petrolero Exxon Valdez podrían haber sido provocados o facilitados por situaciones de cansancio relacionadas con trabajos de correturnos. Los individuos tienen distintos ritmos de adaptación a estos cambios temporales. El principal regulador de los ritmos biológicos se encuentra en el hipotálamo. El organismo es capaz de modificar el reloj interno mediante estímulos externos, así la exposición puntual a luz solar ayudaría al encarrilamiento del ritmo cuando hay cambios de horario. Deporte, horarios de comidas, actividades sociales, ruido o melatonina son factores que también ayudan a adaptar el ritmo biológico interno. En relación con el inminente cambio horario no existen datos que permitan afirmar que afecte a la salud salvo alteraciones pasajeras (sueño, irritabilidad, pérdida de concentración).

Diversas variables cardiovasculares se caracterizan por cambios predecibles a lo largo de las 24 horas, en su mayor parte sincronizados con el ciclo sueño-vigilia. La presión arterial (PA) es modificada por factores extrínsecos (temperatura ambiental, humedad relativa, ejercicio físico, estado emocional, consumo de alcohol y/o cafeína, ingesta de alimentos, y ciclo actividad-descanso) y factores intrínsecos (origen étnico, sexo, sistema nervioso autónomo, hormonas que actúan sobre el sistema vascular, además de variables hematológicas y renales que tienen variación predecible durante el día).

La hipertensión arterial es responsable de 7,6 millones (13%) de muertes anuales en el mundo, más que ninguna otra situación médica. El objetivo del tratamiento antihipertensivo es reducir PA de modo que disminuya o, idealmente, elimine el riesgo de eventos cardiovasculares asociados a la elevación de PA. Los médicos somos conscientes de que la monitorización ambulatoria de PA (MAPA) es una herramienta de gran importancia para el diagnóstico, pronóstico y valoración terapéutica de sus pacientes y la usamos de modo creciente, claro ejemplo somos los médicos de 40 centros de salud de Galicia que hemos realizado 25.000 MAPAs en los últimos 5 años dentro del Proyecto de Hygia y con directa aplicación en el objetivo de mejorar la salud cardiovascular de los pacientes y reducir los efectos secundarios de la terapia antihipertensiva. El análisis de datos de 4 años de seguimiento reveló una reducción del riesgo cardiovascular al disminuir la media de nocturna de PA, con independencia de cambios en PA en consulta. Por tanto, el tiempo importa, tanto en la regulación de PA como en todos los mecanismos que conducen a la hipertensión arterial, así como en la respuesta al tratamiento y en las complicaciones cardiovasculares.

AHORRO INSUFICIENTE
por RAMÓN VELO SABÍN,
de la Escuela Politécnica Superior de la USC

EL CAMBIO de la hora oficial es obligatorio para todos los países miembros de la Unión Europea (UE), tal y como lo establece la directiva comunitaria 2000/84/CE. El adelanto de la hora con el equinoccio de primavera y su retraso coincidiendo con el de otoño, se justifica por los impactos positivos sobre el ahorro energético pero también en otros sectores como el transporte y las comunicaciones y en las condiciones de trabajo y en los modos de vida.

En esas fechas, más de 70 países en todo el mundo llevan a cabo el cambio de la hora oficial con el objetivo aprovechar mejor la luz natural al hacer coincidir el inicio de la jornada laboral con el amanecer. En estos próximos meses se registra el periodo del año en el que la insolación es mayor para los países del hemisferio norte, pudiéndose ganar hasta 135 horas de luz. En el otoño, al retrasar nuestro reloj, la oscuridad llega una hora antes de lo habitual y dado que nuestra jornada laboral se mantiene invariable será por la tarde al llegar a nuestros domicilios cuando consumiremos esa hora de luz que nos hemos ahorrado por la mañana. El cambio de hora afecta fundamentalmente al consumo doméstico, sector que obtiene un ahorro en el consumo eléctrico cercano al 1 por ciento.

En España, los principales agentes del sector energético, Unesa, Red Eléctrica de España (REE), el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía y las propias agencias autonómicas de energía manejan porcentajes y cifras de ahorro similares. REE cuantifica el ahorro en el consumo eléctrico entre el 0,1% y el 0,5% según el año. El Instituto Enerxético de Galicia estima que el cambio de hora supone una disminución del consumo eléctrico total en Galicia próxima al 0,4%.

El ahorro se debe especialmente en el ámbito familiar, ya que en el sector industrial debido a la estructura de producción se mantiene casi constante. La propia Comisión Europea también valora el ahorro como modesto y en un informe revela los efectos positivos de la medida en áreas como la agricultura o la hostelería.

Se trata de una medida de ahorro que resulta insuficiente y que se debe completar con otras acciones, como el cambio de hábitos, la utilización de tecnologías y equipos más eficientes y por aprovechar más la luz natural en los edificios. Además sus efectos positivos se reducen por el aumento de consumo energético debido al incremento en la utilización del aire acondicionado, por el mayor consumo de carburantes al aumentar los desplazamientos por las tardes, a un mayor consumo en la iluminación y en la calefacción por las mañanas al principio y al final del periodo de la hora de verano (especialmente en el norte y el oeste de la Península). En resumen, sus efectos son difíciles de cuantificar ya que evolucionan con el tiempo a medida que cambian las costumbres de los ciudadanos y los precios de la energía.

Por otra parte, los objetivos de ahorro del 20% en el consumo para 2020 no se están cumpliendo, por lo que la UE aprobó la Directiva 2012/27/UE de eficiencia energética que pretende establecer un nuevo conjunto de medidas para el fomento de la eficiencia energética y cuya transposición a la normativa española deberá efectuarse en este año. Sin embargo, por el momento, la reforma eléctrica y la nueva ley del sector eléctrico aprobadas en el 2013 por el gobierno penalizan el ahorro de energía, por lo que van en la dirección contraria de lo que se pretende alcanzar con el cambio de hora.

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