Sargadelos no pinta bien

ADE2202P120F1.JPG
photo_camera ADE2202P120F1.JPG

CUANDO MIRAS por un radiotelecospio el cielo que se abre ante tus ojos como si fuera el ojo de una cerradura es tan diferente al que se ve a simple vista como un huevo y una castaña. De repente aparecen miles y miles de estrellas donde mirando hacia arriba solo veías dos o tres, y algunos puntos ínfimos se revelan como galaxias helicoidales formidables.

Pasa algo parecido con Sargadelos.

Visto desde fuera no se ve nada que no sean figas, pescaderas y agricultoras azul cobalto. En cuanto asomas la cabeza se revela ante ti un mundo nuevo, complejo y extraño, y donde parecía haber una enana marrón resulta que hay una supernova, y donde veías una estrella de neutrones se revela una nebulosa, con el denominador común de que todo el conjunto parece haberse convertido en un inmenso agujero negro que se lo traga todo, aunque básicamente se traga dinero.

Aquí en A Mariña asistimos atónitos a la caída del gigante. Para nosotros es, a escala doméstica, algo parecido a ver desplomarse Pescanova. Si no comprendemos cómo una compañía que vende millones de kilos de calamares congelados y de varitas del capitán Pescanova se va al tacho, cómo vamos a entender que se hunde una empresa de la que, quien más quien menos, todo el mundo tiene una vajilla en casa.

No hace tanto tiempo que cuando una pareja se casaba se veía obligada a devolver una vajilla de Sargadelos, porque se le juntaban varias en el ajuar.

Era raro ir a una casa donde una figurita de Sargadelos no presidiera una alacena o estuviera custodiada tras una puerta de cristal en el mueble principal del salón.

Hace tres décadas esta fiebre por las figas que con toda seguridad ahuyentan los malos espíritus llegó al país del sol naciente, y a los japoneses les dio por comprar, quién lo diría, Sargadelos.

Eran los tiempos de las vacas gordas atadas con longanizas: en la empresa había piscina, comedor (como en Alúmina-Aluminio, ahora Alcoa), sueldos bien surtidos y condiciones laborales lejos de las que había en muchas otras partes. Eso llevó a alguna gente a creer que el espacio exterior era algo parecido y por eso hubo discrepancias gordas entre empleados y empresarios cuando tocó eliminar el vino tinto y el blanco de las comidas.

Y qué contarles del equipo directivo. Isaac Díaz Pardo, intelectual contrastado, fue un hombre en absoluto inclinado a delegar tareas hasta un punto en que, de no ser porque era irritante para algunos, movería a la carcajada. Quizás por ello sus hijos nunca se movieron con la misma soltura que él. Luego la dirección fue variando y acabó en manos del actual José Luis Vázquez, un hombre controvertido.

Los trabajadores convocaron al fin varias manifestaciones, pero la realidad es que lo hacen como con pocas ganas, o mejor dicho, con poco convencimiento. Da la sensación de que se ven ya en el matadero.

Tal vez conozcan la fábrica de Sargadelos. Es un complejo enorme y bien cuidado. Da gusto verlo. Precisamente por eso cuesta creerse que si allí dejan, pongamos por caso, veinte trabajadores, puedan sostener eso de una forma mínimamente estable. Es lo que decía Einstein sobre la existencia de extraterrestres: «Puede que no existan, pero si no existen, ¡cuánto espacio desaprovechado!».

En ese caso sería tanto el espacio desaprovechado que cuesta creer que eso saliese adelante. Luego está lo de la fusión con O Castro. Si eso va adelante, algo que a cualquiera de fuera le cae de cajón, sería la bomba que la fábrica sacrificada fuese la de Cervo. Más que nada porque da nombre a la empresa y, al parecer, es como el limpiador ése: «Eficacia probada».

Pero claro: ¿cuánta gente de Sada está dispuesta a venirse a vivir a Cervo y dejar allí a sus familias? Y viceversa en caso de que fuese al contrario.

La situación está complicada. Esa empresa es de las poquísimas que absorben gran cantidad de empleo femenino. Y por mucho que digan, en eso de la igualdad lo del empleo no es un campo en el que se haya conseguido. Muchas mujeres de Cervo, San Cibrao y alrededores trabajan allí y se van a ver muy perjudicadas por una situación que las sobrepasa completamente.

Ahora se dan cuenta de que tal vez la dirección pudo hacer algo más en lo que toca a la búsqueda de nuevos mercados y actualización de los medios de producción. Seguro que sí, pero ya es un poco tarde.

Aunque por cierto, no descarten que aparezca alguien dispuesto a comprar el invento. Dicen por ahí que a gente de Estados Unidos no le disgustaría.

EL GUSTO ♦ Durán trajo una buena alegría al puerto de Burela

EL PRESIDENTE de Portos de Galicia, José Juan Durán, visitó Burela para dejar una noticia largamente esperada: la ampliación del dique de abrigo del puerto burelés y la construcción de uno nuevo. Es algo que el sector pesquero estaba esperando como agua de mayo porque se les hacía pequeño el dique existente en algunas ocasiones concretas en las que el tiempo era especialmente complicado. De modo que hay que agradecer que por fin alguien traiga una buena noticia a la comarca, en un tiempo en que los robos y los recortes suelen ocupar las portadas que les ofrecemos.

EL DISGUSTO ♦ Los kandinski que volaron de Ribadeo hace décadas

ESTA SEMANA se debió llevar un disgusto de los buenos el alcalde de Ribadeo, Fernando Suárez, junto a los alcaldes anteriores hasta principios de los años 70. Resulta que a raíz de un robo cometido en una vivienda indiana de la villa ribadense se supo que a finales de los años 60 un vecino que había emigrado a Alemania ofreció al Ayuntamiento varios cuadros de Kandinski que tenía en su propiedad. Contra lo que dicta el sentido común, el alcalde de entonces ¡los rechazó! Si aquel regidor viera a cómo salen los cuadros de ese artista en las subastas de Sotheby’s, caería de espaldas.

Comentarios