El guiño del príncipe Felipe «a los vecinos de Galicia, vuestros hermanos de la otra orilla del Eo», fue muy aplaudido por las muchas personas, buena parte de ellas de A Mariña, que se acercaron a San Tirso de Abres para ver de cerca a Sus Altezas Reales, que ayer entregaron al municipio más occidental del Principado el título de Pueblo Ejemplar. Esta distinción permitió que la localidad, limítrofe con Trabada y A Pontenova y de poco más de 500 habitantes, viviera una jornada histórica que será difícil olvidar.
De hecho, los vecinos se han propuesto que esto no ocurra, para lo que piensan utilizar al grupo de tradición oral para que la efeméride pase de generación en generación, de la misma forma que han hecho con otros conceptos e incluso con los oficios ancestrales, un hecho que ha sido clave para imponerse en el premio a otros pueblos de mayor envergadura,
Y es que su limitada población no ha sido un obstáculo, sino todo lo contrario, y ha permitido la unión del pueblo, que cuenta con un entramado de asociaciones que sorprende a los foráneos.
Rurales
Precisamente, el «importante» papel de las pequeñas comunidades rurales es otro de los aspectos que destacó Don Felipe, quien aludió que tanto él como la princesa Letizia estaban encantados de compartir un momento tan especial. De hecho, se les vio entregados y cercanos con un público volcado y respetuoso, que no vitoreó, pero aplaudió a rabiar y que la única licencia fuera de protocolo que se permitió fue destacar la figura de la princesa, que apostó por una atuendo informal, con pantalón marrón y chaqueta de espiguillas y botín plano.
Doña Letizia se paró con los más pequeños y, además de coger en brazos a un bebé, saludó a otra pequeña, vestida con el traje tradicional, que ayer cumplía un año. Era la pequeña Aroa, en brazos de su madre, Mari Cruz González, la peluquera del pueblo, quien destacó la tremenda importancia de la visita de los herederos de la Corona. «Es importantísimo, algo que creo que nunca va a volver a pasar», apuntaba.
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