Saavedra recibe a centenares de fieles el día de la festividad de los Milagros

El día grande de la festividad de la Virgen de los Milagros llevó al santuario begontino de Saavedra a miles de devotos, así como a un nutrido grupo de feriantes y vendedores que trataron de aprovechar la avalancha de público presente para hacer negocio.

La jornada comenzó bien temprano para aquellos fieles devotos que acudieron ayer a Saavedra por motivos religiosos, como lo demuestra el hecho de que las mayores concentraciones de público se registraran entre las siete y las once de la mañana, hora a partir de la cual descendió sensiblemente la afluencia de público a un santuario que amaneció rodeado por todo tipo de puestos, a modo de un improvisado campamento.

La elevada afluencia de público registrada ayer en la iglesia de esta parroquia begontina colapsó desde primera hora de la mañana los accesos al templo, que resultaría inaccesible de no ser por la regulación del tráfico rodado ordenada por los efectivos de la Guardia Civil de Tráfico presentes en la zona, así como por la colaboración del elevado número de voluntarios que orientaron a los presentes a la hora de estacionar sus vehículos y regular la entrada y salida de los mismos desde el santuario.

El día grande de la festividad de la Virgen de los Milagros no deparó ningún tipo de incidencia reseñable en Saavedra, que ayer registró una avalancha de público menos numerosa que en otras ediciones en las que el día grande de la patrona coincidía en festivo, según indicaron algunos de los vecinos que colaboraron en el buen desarrollo de esta celebración religiosa, que, según las mismas fuentes, registró el pasado domingo un mayor flujo de público.

El carácter religioso de la festividad de los Milagros en Saavedra decreció a la par que transcurrían las horas. Así, las escenas de sacrificio y devoción registradas a primera hora de la mañana, dieron paso a una estampa visual más propia de un mercadillo de feria, en el que mientras unos trataban de colocar sus variados artículos -rosquillas, churros, artículos de alimentación, complementos, juegos y fruta- al mejor postor, los más avispados buscaron obtener lucro de la sensación de lástima a través de escenas de mendicidad impropias de una celebración religiosa que mantiene un gran poder de convocatoria.

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