Rubián regresa al pasado con la feria de oficios Outrora

Un alfarero en Outrora (Foto: Toño Parga)
photo_camera Un alfarero en Outrora (Foto: Toño Parga)

Decía la cantante Karina en uno de sus temas más conocidos algo como: «buscando en el baúl de los recuerdos cualquier tiempo pasado nos parece mejor». Otros dicen que al pasado sólo se debe de mirar para tomar impulso, pero, independientemente de la tesis que se defienda, lo que parece indiscutible es que las fotos antiguas o los trajes de antaño nos traen a la cabeza los viejos tiempos con cierta nostalgia. El paso del tiempo tiende a dulcificar los recuerdos.

Los vecinos de Rubián, en el municipio monfortino de Bóveda, decidieron precisamente hace nueve años mirar al pasado. Los días 14 y 29 de cada mes son días de feria en la localidad y ya se sabe que los tiempos que corren han dado un poco de lado a este tipo de eventos. Los mercados eran hace años lugares de intercambio, de transacciones de ganado y de bullicio y ahora el tirón se reduce prácticamente a los puestos para comer el pulpo. Para recuperar ese éxito de los feriales de otras épocas, desde el Ayuntamiento y desde los colectivos vecinales de Bóveda se plantearon que, al menos una vez al año, la feria de Rubián debería de recuperar el brillo del pasado y librar a propios y ajenos de la nostalgia de otros tiempos.

Así nació el 14 de julio de hace nueve años Outrora, una convocatoria que recupera las características de las ferias de principios del siglo XX. En cada edición, en las inmediaciones del templo de Rubián se dan cita alfareros, herreros, afiladores como Rodesindo da Barrosa, hilanderas y todo tipo de artesanos que muestran a los visitantes lo que fueron sus oficios.

En unos puestos de paja y con la vestimenta propia de la época, los feriantes del 14 de julio de Rubián permiten al espectador viajar en el tiempo y recuperar la esencia de aquellas ferias multitudinarias en las que uno podía comprarse unos zuecos, unos cestos para la vendimia, renovar las herraduras de su caballo o hacerse con todo tipo de alimentos.

Apunta el alcalde de Bóveda, José Manuel Arias, ataviado para la ocasión con sombrero de paja, zuecos, pantalón y chaleco de pana, que cuando se plantearon la primera edición de Outrora se propusieron respetar la fecha del 14 de julio como homenaje a la feria tradicional de Rubián, y la cita es un éxito. A los habituales vecinos se unen los primeros turistas de la temporada de verano y ayer Outrora fue un ir y venir de gente a partir de media mañana. «Hai unhas actividades que teñen máis xente ca outras, pero a verdade é que isto vai a máis de ano en ano», confirmó José Manuel Airas.

Además de la recuperación de los oficios antiguos, uno de los encantos de Outrora son las actuaciones de las escuelas municipales de música y danza. A eso del mediodía, en la plaza de Rubián se hace el silencio para ver un auténtico espectáculo de brincos, salto y corros al son de la gaita: son los bailes de siempre, pero ese día tienen más sabor a antaño.

La malla es otro de los eventos que se lleva la palma. Cualquier abuelo de la comarca le habrá contado decenas de veces a su nieto el duro trabajo de la malla, jornadas y jornadas de tarea sin descanso bajo de un sol justiciero y con la fuerza del hombre como única herramienta de trabajo. Pero será por aquello escrito en los primeros párrafos de que el paso del tiempo dulcifica los recuerdos y uno se olvida del sufrimiento, que el caso es que la recreación de la malla también reúne a cientos de personas en el marco de la feria Outrora de Rubián.

Tras la malla viene el descanso y las degustaciones gastronómicas y aunque en la feria de Rubián se puede comer y beber todo el día porque no faltan puestos con todo tipo de oferta en este sentido, a última hora de la tarde nadie se resiste al denominado ‘isco no guizo’, es decir, a degustar un trozo de tocino clavado en un palo y asado directamente en el fuego.

Infancia

Outrora es una fiesta para nostálgicos, pero también tiene un carácter didáctico importante y otro de los retos de la convocatoria es mostrar a los más pequeños cómo era la vida hace unos años y de dónde venía cada uno de los objetos que se utilizaban en el devenir diario.

Por ello, los artesanos que se acercan a Rubián también impartieron unos talleres en los que los niños pudieron conocer el proceso de amasado de pan, elaboraron amuletos de ámbar, objetos de alambre y marionetas.

Eso sí, lo que más les llamó la atención fue una fiesta de la espuma que se organizó a primera hora de la tarde. La actividad en sí no tuvo mucho que ver con los rituales propios de principios del siglo pasado, pero, dado el calor que pegaba en plena plaza de Rubián poco después de las cuatro de la tarde, se entiende que a veces se introduzcan elementos más novedosos para hacer la jornada más llevadera.

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