Rosa Villacastín: ''La juventud y la belleza al final no te dan nada''

Sobria, como la estepa castellana que la vio nacer, Rosa Villacastín sale por unos momentos de la tertulia televisiva del corazón para presentar su último libro, otro más centrado en la edad. Tras 'Hay vida después de los 50' y 'Socorro, me estoy pareciendo a mi madre', ahora, con 'Si a los 60 no te duele nada, es que estás muerta', le llega el turno a las de sesenta. Como ella misma.

Superados ya los mitos de los 40 y los 50, ¿le queda ahora vencer la barrera de los 60?
Lo primero es reconocer la edad. Sabemos que vamos a ser menopáusicas a los 50 y, después de ganar batallas en el mundo laboral, la de los anticonceptivos y de poder votar, la que nos queda es la de la edad.

Hace unos años publicó 'Hay vida después de los 50'. Parece estar obsesionada con la edad...
No, todo lo contrario, aunque me consta que sí existe esa angustia, pero no fue ése mi proceso. A los 60 llega la hora de que la mujer se dedique tiempo a ella misma, cuando la vida laboral desaparece y antes de que empiecen otra vez los hijos a atraparlas con los nietos. Creo que eso es mucho egoísmo por parte de los hijos, no se puede solucionar la vida a costa de los padres.

Otro título anterior era '¡Socorro!: me estoy pareciendo a mi madre'. ¿Las madres no son un ejemplo?
Ese libro lo escribí con Carmen Rigalt y ambas comprobamos que todas esas cosas que criticábamos en nuestras madres, con el tiempo, las vamos repitiendo. Las mujeres solemos estar pendientes de todo en casa. Es algo que todavía no se ha superado: nos ocupamos de que todo esté en orden, nos ocupamos del marido, de los hijos, de los padres... Alguna vez le dije a mi madre: «Tú disfruta, sal con tus amigas», y ahora esas cosas se van repitiendo en nosotras.

Como diría un machista, ¿mejor una de 60 que dos de 30?
Eso no es ser machista, ¡es ser imbécil! Cada edad tiene sus alegrías y penas. ¡Cuánta gente joven es mayor de mentalidad y cuántos mayores son jóvenes de espíritu! Conozco a una señora de 91 años que todas las mañanas sale de su casa con sus tacones y arreglada, y no tiene nada que envidiar a una de 30 o de 40 que esté amargada. La edad no importa, es la cabeza. Hay mujeres que pasan 28.000 veces por el quirófano y nunca se encuentran bien, les hagan lo que les hagan. Una cirugía estética te puede quitar las arrugas y las bolsas, pero no la mirada, y hay miradas tristes con 30 y alegres con 80. Antes, a los 50 ya éramos ancianas y ahora se puede emprender una nueva vida a los 80, ¡ahí tienes a la duquesa de Alba, cómo está de enamorada!

Las mujeres a los 60 pueden estar fantásticas, ¿y los hombres?
Tengo a mi marido con 60 y pico y está estupendo. La mujer de 60 de hoy es la que hace unos años sería una de 40. La edad no te puede condicionar para no hacer determinadas cosas.

Un truco para no envejecer por dentro.
Tener curiosidad por todo y preocuparse por la gente que tienes alrededor, aprovecharse de que cuando eres joven te planteas unas metas que a esta edad ya no tienes, porque no hay nada que demostrar). Lo que hay que hacer es vivir plenamente. Los hijos tienen que ser menos egoístas con los padres y tienen que dejar que éstos empiecen una nueva vida. Además, ellos también tienen que aprender a volar solos. Los abuelos no pueden estar como asistentes sin cobrar. Los mayores tienen que vivir su propia vida, lo que no hicieron antes por el trabajo o los hijos. Por otra parte, los mayores han de aprender a aceptar los achaques y el paso del tiempo tratando siempre de cuidarse, sin necesidad de acudir al quirófano ,porque ya no eres tú si te cambian la cara.

O sea, que no se cambiaría por Belén Esteban.
¡Por ésa es por la que menos! A Belén Esteban le tenían que haber operado el cerebro.

¿Vieja es una palabra prohibida?
Ni prohibida, ni no prohibida. Es una palabra que no se usa. Cada vez se emplean más madura, mayor. Tercera edad no me apasiona, porque puede haber una cuarta. Hay que empezar a cambiar el lenguaje. La juventud y la belleza no te dan nada. Conozco a gente muy guapa y muy desgraciada.

¿Cómo se sobrevive a los 60 siendo periodista y trabajando en la 'tele'?
Yendo a trabajar. Cada vez hay menos mujeres mayores en primer plano, pero también menos hombres. Las televisiones españolas apostaron por la juventud y la inexperiencia. En la BBC intentaron rebajar la edad de los presentadores de informativos y llegó a haber protestas. Como espectadora tengo que creerme la noticia. Una cara bonita, que en cuanto se le caiga el 'pronter' no sepa por dónde salir, no me interesa.

Comenzó haciendo crónica parlamentaria y acabó en la rosa. ¿En qué género está más contenta?
Disfruté mucho con todo porque me apasiona este trabajo. En la política me aburría y los políticos no me interesaban, así que decidí pasarme a un género donde no me implicase emocionalmente. El periodismo hay que verlo a mucha distancia y ésa ha sido una gran enseñanza. Los periodistas estamos para analizar, dar información u opinar, pero a distancia.

¿Se ha planteado alguna vez dejar el periodismo del corazón?
No me planteo dejar nada. Escribo en Europa Press y en OTR Press artículos políticos y sociales. En la tele hago periodismo de corazón, pero también escribo libros. Tengo la suerte de tocar palos diferentes.

¿Por qué tiene tan mala prensa este tipo de periodismo?
Mala prensa, sí, pero todo el mundo lo consume. El País, por ejemplo, le dedica cada vez más espacio. No hay un periodismo de primera, de segunda o de tercera, hay un periodismo bien o mal hecho. En el corazón hablas de gente y hieres susceptibilidades. Pero también hay gente que expone su vida privada para que la conozca todo el mundo.

¿Se puede ser periodista todoterreno?
Depende de la formación y de los años que lleves trabajando. Rosa María Calaf manda unas crónicas estupendas desde Oriente Medio, pero eso requiere que te levantes a las seis de la mañana. Si te tomas esta profesión sólo de ocho a tres, harás lo que quieras hacer. Yo me levanto a las seis y leo todos los periódicos de Madrid, uno de Barcelona y otro del País Vasco.

Se levanta a las seis, ¡madruga más que Manuel Fraga!
Fraga se acuesta pronto y es verdad que madruga. ¡Y mira, ahí está, con una cabeza brillantísima!

Publicó un libro sobre el 23-F titulado 'La noche de los transistores'. ¿Estuvo en el hemiciclo?
Sí. La angustia que sentí en aquellos momentos no es la que recuerdo ahora. Pero cuando hay un golpe de Estado en otros países reacciono pensando: «Sé lo que se vive porque estaba allí». El golpe fue positivo porque se acabaron las amenazas que había en España. A Dios gracias, a los militares se les quitaron las ganas de volver a intentarlo. El juicio los dejó sin honor y dignidad. Hoy todos están en misiones de paz y no creo que a ninguno se le ocurra intentarlo.

Le gusta ir de compras y muchas veces la acompaña Carmen Rigalt, que prueba la ropa por usted. ¿Tienen la misma talla?
Soy una consumista total. A mí no me gusta probar la ropa, así que me la prueba una amiga o la llevo a casa y la pruebo allí. No me gustan los espejos de los probadores porque son pequeñitos. Prefiero verla cómodamente en casa y si no me queda bien, devuelvo las prendas. Compro lo que me entra por la vista, no lo que necesito. ¡También hay que reconocer que  los que salimos en la 'tele' necesitamos mucha ropa! A mí no me gusta que me la presten, me gusta llevar mis propias cosas.

¿Llegaría a decir que malgasta el dinero?
No, porque jamás compro una marca determinada, me gustan tiendas con precios asequibles como Massimo Dutti, por ejemplo. No me gasto mucho dinero en una prenda porque sé que la utilizo una vez o dos y luego ya no la vuelvo a usar. Regalo mucha ropa a mis amigas, a compañeras, a la gente que trabaja en casa... por eso no gasto el dinero en comprar ropa que sea excesivamente cara.

¿Para salir en televisión es necesario invertir elevadas sumas en el cuidado personal?
En eso no gasto mucho, de vez en cuando me hago una limpieza de cutis, en ocasiones voy dos veces al mes y luego, a lo mejor, paso hasta tres meses sin ir. Voy tres días de la semana a la peluquería, porque eso sí es fundamental al salir en pantalla, y me doy un masaje un día a la semana, pero nada más.

Tras escribir un libro como el que acaba de publicar, ¿se plantea jubilarse?
No me voy a jubilar. Me jubilaré cuando no me contraten, pero no porque llegue a una edad. Si no salgo en pantalla estaré haciendo otras cosas. Montaré un negocio, no sé. No estaré parada porque el 90 por ciento de mi vida lo ocupa el trabajo, así que escribiré más libros. ¡Igual pongo una tienda!

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