Rocío Ramos: ''Hoy no vale un 'porque sí', el niño exige explicaciones''

Rocío Ramos trabajaba como educadora de menores para la Comunidad de Madrid, pero un día quiso expandir horizontes y respondió a una oferta que buscaba psicólogos para un programa de televisión. Nunca pensó que acabaría convirtiéndose en la ‘nanny’ más famosa de España. De todo esto hace ya nueve años.

Todo el mundo la identifica con el programa de televisión ‘Supernanny’, pero ¿a qué dedica Rocío Ramos su día a día?

Sobre todo a la psicología, a la docencia, formación, tengo un despacho de terapia, escribo... No tengo un horario fijo.

Y acaba de ser madre, ¿cómo logra conciliar?

Bueno, yo tengo suerte porque soy autónoma y voy escogiendo aquello que puedo hacer y que no me lleva mucho tiempo. Es verdad que me gusta mucho mi trabajo, porque si no me hubiera retirado los casi cuatro meses de maternidad y no me hubiera incorporado tan pronto como he hecho. Me gusta lo mío y no me gusta perder el hilo de las cosas, pero en este momento ando un poco de la ceca a la Meca.

Cada caso y cada niño son únicos, ¿pero diría que hay unas normas básicas en la educación?

Sí, lo digo claramente. Teniendo en cuenta que cada niño y cada familia son distintos hay tres puntos básicos a la hora de educar: las rutinas, los hábitos y el tiempo de calidad que se pasa con los niños, que es donde se desarrolla más la inteligencia emocional.

¿Dónde está la clave de una buena educación?

La educación nunca podrá ser perfecta: educar y equivocarse son sinónimos. El que quiera educar de una forma perfecta, lo único que le va a generar es ansiedad porque se va a equivocar muchas veces y hay que ser tolerante con las equivocaciones de uno mismo y de los demás. Si hablamos de construir hábitos responsables y felices hay que cubrir tanto el área del afecto como el área de desarrollo de capacidades y de estabilidad, que es lo que el niño necesita.

Los tiempos han cambiado, ¿la forma de educar también?

La forma de educar tiene características propias de este tiempo, pero el argumento de los tiempos han cambiado o cualquier tiempo fue mejor es un argumento tan antiguo como la historia. Al final hay que educar y en el momento que te toca. Hay que tener en cuenta las características que tiene cada tiempo, como es el caso de las nuevas tecnologías, y decidir qué hacer a la hora de educar a los niños. También es verdad que hoy los niños están muy estimulados y esto es bueno, pero también les hace argumentar, responder, razonar más... Esto complica a los padres porque a los niños ya no les vale un simple «porque sí». El niño va a preguntar y hay que darle respuesta.

En la era de las consolas, de los videojuegos, de internet... ¿qué consejos da sobre esto a los padres?

Más que consejos, yo digo que hay que establecer unos criterios de tiempo y de contenido. Yo no soy partidaria de prohibirlo porque cada vez hay más generaciones de padres que están aleccionados en estos temas y les tienen menos miedo. Las nuevas tecnologías acompañan a la educación de los niños, pero no como única vía de ocio. Forman parte de la vida cotidiana y tienen que ser una actividad más, no la principal.

Hoy parece que los padres necesitan un manual para educar, en ese afán de lograr una educación perfecta.

Lo de ser perfectos sí es una cosa que hoy preocupa mucho a los padres. No sé por qué extraña razón, porque cuando uno se equivoca simplemente ha de reconocerlo. Una profesora me decía el otro día que el hecho de que el programa esté en antena ha ayudado a que los padres sean más conscientes de lo que tienen que hacer. La incorporación de la mujer al trabajo, el hecho de que en las familias no haya una relación tan endogámica... ha hecho que los padres pierdan el criterio de educar, de pasar del no vale nada al todo vale. Es un momento de enseñar qué criterios son válidos.

¿Hasta qué edad se corrigen los comportamientos con facilidad?

Los niños son maravillosos porque aprenden más rápido que los adultos. Después, ¿pueden aprenderlo de adultos?, sí, pero por experiencia, hay etapas muy claras. De 0 a 3 -e incluso hasta los 6 años- el aprendizaje va volado y para ellos lo que dicen los padres es lo que vale. Todo lo que se le enseñe al niño en esa etapa se le va a quedar. De adultos les cuesta mucho más. Todo lo que se haga antes ayudará al niño a enfrentarse a distintas situaciones: comer de todo, tener unos hábitos de estudio... Cada hábito y cada aprendizaje les va llevando al siguiente.

¿Cuál es el principal error que los padres cometen en la educación de los niños?

No sabría decir uno concreto porque cada familia es distinta. Los padres han de tener muy en cuenta que siempre deben atender las conductas que quieren reforzar y no atender -y con esto digo no regañar, no llamar la atención- las que no quieren que repitan.

Los ritmos de vida de las familias han cambiado y cada vez tienen menos tiempo para dedicarles a sus hijos...

Sí, eso pasa. El no estar en casa genera mucha culpa y esto hace que nos volvamos demasiado permisivos. Hay padres que prefieren no poner normas porque no se quieren enfrentar a sus hijos para el poco tiempo que pasan con ellos. Todo esto, lo que desencadena son niños exigentes y tiranos. Yo soy muy partidaria de utilizar las rutinas cotidianas para darle a esos momentos calidad.

Y en todo esto, los abuelos juegan un papel muy importante.

Sí, buenísimo. Al niño no le educan solo los padres, aunque sean las figuras principales. Al niño lo educa todo el que tiene contacto con él, ya sea profesor, abuelos, tíos... Lo malo de la figura de los abuelos es cuando tienen que cuidar obligatoriamente de sus nietos, ya que su papel debe ser el de consentidores, la figura con la que el niño se relaja y establece una relación distinta a la que tiene con sus padres. Cuando el abuelo se convierte en cuidador se entra en un conflicto, porque ya son ellos los que tienen que poner también normas y límites.

Cuando se enfrenta a un caso en su programa siempre empieza por un cambio de actitud en los padres para lograr un cambio en el hijo. Hay entonces claros culpables...

Hablar de culpa me parece terrible. Lo que sí es verdad es que según me comporto yo, así reacciona mi hijo. Si el niño se acostumbra a que solo debe obedecer cuando yo grito, tengo que darle la vuelta. Hay que decirle una vez al niño lo que tiene que hacer, avisarle de las consecuencias y llevarlas a cabo. Al cambiar el padre su comportamiento, el niño empieza a cumplir las normas.

¿Qué pasa con un niño que nunca ha recibido un «no»?

Desgraciadamente, que se va a convertir en un tirano. Es un niño que emocionalmente no entiende lo que sus comportamientos generan, porque para él lo que prima es que se haga lo que él diga. Casos de bullying tienen que ver con esto. Son niños que lo que quieren es convertirse en protagonistas a través de la violencia y de la agresión.

Algunas pinceladas

Orígenes de ‘supernanny’

Con quince años de experiencia como psicóloga a sus espaldas, fue seleccionada entre más de 250 profesionales para ponerse al frente del ‘coach’ de Cuatro y colaborar con familias con problemas en la educación de los más pequeños de la casa.

Dedicada a la infancia

Tras licenciarse en Psicología y terminar un máster en Psicología Clínica, Rocío centró su carrera en el mundo de los niños y los jóvenes. Desarrolló su trabajo en este ámbito y abrió un centro de psicología para el bienestar emocional (BIEM), el cual sigue dirigiendo actualmente.

Madre de dos niños

La profesional desaparece cuando llega a casa. Rocío Ramos intenta educar a sus hijos como cualquier otra madre, sin la presión de ser la ‘supernanny’. Asegura que con ellos se da permiso para equivocarse.

¿En qué momento los padres deben plantearse solicitar la ayuda de un especialista en lo que a la educación de sus hijos se refiere?

En el momento en que no sepan dar respuesta a alguna necesidad de su hijo, sea cual sea.

¿Se puede ser padre y colega a la vez?

No, padres no hay más que unos y además está bien que sea así. Esa figura no se contempla.

¿Cómo se puede encontrar un punto de equilibrio en la educación sin llegar al autoritarismo?

En el momento en que se permite que el niño tome decisiones y viva experiencias aunque se equivoque ya no se es un padre autoritario. No es lo mismo decir en esta casa se hace lo que digo yo y el que levante la voz está castigado, a dialogar. Es verdad que hasta los tres o cuatro años no hay diálogo posible, se funciona más con consecuencias positivas o negativas, según sea necesario.

¿Hay niños imposibles?

No, con cada niño hay que aplicar un método distinto, pero todo son susceptibles de cambios.

Continuamente escuchamos que hay problemas en las aulas, ¿qué ha pasado con la autoridad de los profesores?

Es muy probable que la autoridad del profesor se haya visto mermada porque históricamente han dejado de tener el valor que tenían y socialmente se les ha arrebatado la autoridad. Si un padre acude a una tutoría a defender a su hijo y a no escuchar al profesor, el niño piensa que igual que el padre se salta la autoridad del maestro, también se la puede saltar él.

«Un azote a tiempo», ¿qué opina de esta expresión?

No vale para nada. Lo más probable es que si un padre le da un azote a su hijo, este pare la conducta que estaba llevando a cabo, pero el próximo azote ha de ser más fuerte, por lo que corremos el riesgo de ir intensificándolo. Por otro lado, le estamos enseñando a los niños que la agresión es una forma de solucionar los conflictos.

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