El proyecto de construcción de una minicentral eléctrica en el río Eo, así como las numerosas muestras de rechazo a esta posibilidad, están en un ‘in pass’, a la espera de que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico emita, ya sea a favor o en contra, su informe de impacto ambiental.
Sin embargo, este momento de calma podría preceder a la tormenta, puesto que la Plataforma Salvemos o Eo, integrada por más de una decena de entidades contrarias al proyecto, se está planteando pedir un encuentro con la confederación ante la demora de ésta a la hora de dar su veredicto.
No hay novedades, pero Alberto Carballal, presidente de la Sociedad de pescadores Rodeo y uno de los portavoces del sentir popular sobre la minicentral, asegura que ellos no descartan nuevas movilizaciones y que la gente «está preparada ». «Xa estropearon a Serra de Meira cos eólicos e agora non poden facer o mesmo co río, son espazos protexidos», añade.
Buena muestra del apoyo popular con el que cuenta la Plataforma es que Concello, Diputación y más de 3.000 personas anónimas, a través de sus firmas, han respaldado la oposición al proyecto, de igual modo que hizo el Inludes en 2008 al resolver en contra su informe de impacto ambiental.
Las últimas movilizaciones de septiembre dejaron clara la postura sobre el proyecto de los habitantes de Ribeira de Piquín y A Pontenova, directamente afectados por la construcción de la minicentral, así como de los vecinos de Meira.
Apagón y ruta
El apagón en señal de protesta convocado por Salvemos o Eo en las tres localidades registró un seguimiento masivo en A Pontenova y, media hora antes, también tuvo gran aceptación entre los vecinos de Ribeira de Piquín y Meira, tal y como recordó Alberto Carballal.
También registró una buena participación, citando a 150 personas, la primera ruta reivindicativa de la Plataforma Salvemos o Eo. El recorrido de esa marcha no podía ser otro que el del tramo afectado por la futura central eléctrica, si ésta llegase a materializarse.
Los caminantes partieron de la Ponte de Mende, donde se ubicaría la propia central, hasta la unión de los ríos Eo y Rodil, a unos diez kilómetros del punto de partida y desde donde se desviaría el cauce del río para alimentar la planta eléctrica.
Toda la zona recorrida se vería afectada por las obras, puesto que además de prácticamente secar el cauce del río, según aseguran los detractores del proyecto, también se destruiría el entorno natural con la construcción de túneles y desmontes de terreno.