Javier Reguera, una de las figuras claves en la trama lucense de la operación Pokemon, insiste, pese a las pruebas, en presentarse a sí mismo como un simple empleado diligente y una persona agradecida a la que el resto utilizaba como recadero para cualquier cosa, lo mismo carretar sobres de dinero que buscar un empleo para el recomendado de turno.
Señalado por la instructora como el gran contacto con Liñares, su posible testaferro y uno de los receptores de los 3.500 euros que cada mes llegaban en sobre desde Vendex, niega en su declaración que se quedase con un solo euro y asegura que todo iba para el exconcejal.
Ni un céntimo de más, pero de los suyos
Parte del interrogatorio a Javier Reguera, que dura cinco horas, se centra en su elevadísimo patrimonio, impropio de un simple trabajador. Los investigadores parecen convencidos de que podría ser en realidad un testaferro de Liñares. «No, se lo juro por mis hijos», le replica a la jueza al respecto. «Yo lo tengo todo en casa al milímetro, me cuido hasta para tomar un café, procuro no gastar ni un euro ni un céntimo de más». Pilar de Lara, sarcástica, no deja pasar la ocasión: «Sobre todo cuando es suyo, porque cuando es dinero de la empresa sí gasta», le replica.
