Regreso a los pupitres del cenobio de Samos

Antiguos alumnos del colegio de la abadía de Samos, cerrado en 1972, se reencuentran en el monasterio
El prior se dirige a los antiguos alumnos en la sala de estudio durante el encuentro.
photo_camera El prior se dirige a los antiguos alumnos en la sala de estudio durante el encuentro.

Aunque el colegio de la abadía de Samos cerró sus puertas en el año 1972, la huella que dejó en sus alumnos pervive a día de hoy. Tanto es así que una treintena de aquellos antiguos colegiales volvieron este sábado al monasterio para reencontrarse con sus compañeros de antaño y con los miembros de la comunidad benedictina, con quienes compartieron una jornada de convivencia y recuerdos. 

Este tipo de reunión se celebró por primera vez el 30 de abril de 1995 y, desde entonces, se repite cada tres años. En su octava edición, organizada por Manuel Busto, Celso Penedo y Ricardo Martínez, tomaron parte 27 profesionales de distintos sectores que estudiaron en Samos entre 1958 y 1972, y que ayer regresaron al cenobio procedentes de toda Galicia y ciudades como Valencia, San Sebastián, Ibiza o Madrid.

Los exalumnos organizan en agosto unas jornadas de voluntariado para ayudar en la limpieza y conservación de la abadía

Los exalumnos se marcan como uno de sus objetivos "recuperar e musealizar o antigo colexio", explica Manuel Busto, razón por la cual eligieron la sala de estudio para la recepción y encuentro con el prior, José Luis Vélez, y el resto de la comunidad. Los visitantes les hicieron entrega a los monjes de dos fotografías correspondientes a las promociones de 1962 y 1968, con el fin de "ir vestindo as paredes" de ese proyecto global. 

Para avanzar en la recuperación de este espacio y colaborar en las tareas de conservación y limpieza de la abadía organizan también unas jornadas de voluntariado, que el próximo mes agosto llegarán a su cuarta edición. 

Durante el encuentro celebrado el sábado compartieron recuerdos como los "memorables" partidos de fútbol en Viladetrés, participaron en una misa con los benedictinos y en una oración en la cripta, tras lo cual se trasladaron al restaurante A Veiga para la comida y visitaron el concello de Triacastela.

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