Regar fuera con hojalata

LO DESTACABLE DEL CABREO de Guillerme Vázquez (BNG) ante la venta de capital de R-Cable a un fondo británico radica en la trasnochada concepción que de la actividad económica transmite y en el imaginario para Galicia que subyace. Hay un sentimentalismo patriótico como recurso demagógico para captar simpatías. Sobre todo hay un planteamiento que choca frontalmente con la realidad económica. Los inversores privados en R-Cable están en su pleno derecho a comprar, vender y decidir por sí mismos, sin tutelas políticas. Galicia, los gallegos, necesitan empresas que generen riqueza y puestos de trabajo, con independencia de la patria del capital. ¿Cerramos Citroën en Vigo por no ser capital gallego? Con el argumento del señor Vázquez al extremo, la respuesta podría apoyar la desaparición del mayor centro de empleo de Galicia. La responsabilidad de los políticos es lograr condiciones para que la actividad empresarial aquí sea equiparable en términos de competencia a cualquier punto de la Unión Europea. La responsabilidad de los políticos es que las posibilidades y opciones de servicios y calidad de vida de los ciudadanos gallegos sea equiparable a la de la Europa más desarrollada. La valoración, en clave de los intereses gallegos, de la desinversión de algunos socios en R-Cable ha de hacerse en términos económicos, no políticos. Menos, todavía, sentimentales. Para una vez que se atraen inversores extranjeros y que hacen caja, sí señor, empresarios gallegos, hay a quienes les molesta. Quizás porque alguno quedó en el intento. Frente a autarquías poéticas son preferibles para Galicia los empresarios con caja que, con realidades como R, demostraron que optan por hacer país en proyectos como las telecomunicaciones. Y en las cajas, va acertado el ministro Blanco. La clave es que haya flujo de dinero, de crédito para activar la economía y no patriotismos de hojalata que paguemos todos.

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