Reducir en número

LA REDUCCIÓN DEL número de parlamentarios autonómicos en Galicia, que propone Núñez Feijóo, encuentra rechazo frontal desde la oposición. No es, como suele acontecer en la política desde hace tiempo, un debate con razones. Es negar. El hecho de que sean 70 o 75 el número de diputados, por citar una variable, no guarda relación alguna con la profundización democrática y representativa de la ciudadanía.La respuesta al momento actual económico y a la percepción de crecimiento incontrolado de organismos y cargos hacen ver como lógica la propuesta de adecuar en número la presencia de parlamentarios, sin que ello afecte para nada a la representación. Esa sensibilidad con el momento exige presentar las administraciones públicas de forma coordinada y pide la supresión de ciertos organismos creados para visualizar, o dignificar, que dirían algunos, las autonomías. La dignificación real o el prestigio viene por una gestión eficiente, por dar respuesta a la ciudadanía. En cuanto a la reducción del número de parlamentarios, los argumentos han de buscar asegurar la representación de las demarcaciones y su población, y fundamentalmente técnicos de cara al funcionamiento y cumplimiento de su tarea. Tiempo es ya de admitir que la buena labor legislativa de una cámara no se puede seguir midiendo por el número de leyes que aprueba, por volumen de producción. Será por la calidad: dar respuesta a problemas reales y mantener una validez mínima en el tiempo. Hay que regular de forma eficiente lo que haya que regular, sin caer en el error de contabilizar por cantidad como si de un concurso a la mayor producción burocrática se tratase. Hay un riesgo real, que ya está presente, de que esto sea un laberinto intransitable, un castillo kafkiano, con normas de cuatro administraciones diferentes.

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