Recuperado del fondo del acantilado el coche mal frenado que cayó a la ría

Una grúa izó el turismo siniestrado de un joven vegadense que estacionó en el área de la A-8
Estado en el que quedó el coche, tras caer a 30 metros de altura
photo_camera Estado en el que quedó el coche, tras caer a 30 metros de altura

Una empresa de grúas y de camiones-pluma de Vilalba alzó el jueves, del fondo de un acantilado de 30 metros, el vehículo de un joven vegadense que se precipitó al mar, desde el área de servicio de la Autovía del Cantábrico (A-8) próximo al Puente de los Santos, donde lo había estacionado sin activar el freno de mano.

La firma vilalbesa batió el jueves sus propias marcas en cuanto a la altura de un acantilado a cuyo fondo debía acceder. Es el negocio al que se suele avisar desde A Mariña cuando ocurren casos como el del mencionado accidente. También recuperó, por ejemplo, el turismo en el que viajaban cuatros jóvenes que cayó al mar, desde 17 metros de altura, cerca de A Rapadoira, en Foz, el pasado mes de abril.

Sus vehículos especializados son los idóneos para actuar en estos casos. En lo que va de año, rescataron otros turismos que quedaron sobre las vías del tren y en terraplenes en el paseo que une Burela y Cervo-a donde más acuden-y recuperaron otro que casi se cae al mar en Xove. Hace menos de un lustro, sacaron del río Eo el vehículo del que lograron escapar ilesos sus ocupantes, dos súbditos marroquíes, cuyo coche apareció doce días después a 50 metros del lugar del siniestro.

MINISTERIO . Al parecer, será el seguro a terceros el que correrá con los gastos de la grúa que hubo que movilizar ayer, pero no cubrirá los desperfectos del vehículo, que quedó totalmente siniestrado, «irrecuperable», según el taller de Castropol al que fue trasladado. Tampoco parece probable que el Ministerio de Fomento acceda a indemnizar al joven, ya que el área recreativa de la A-8 en la que estacionó es bastante segura. No está vallada, lo que permite unas inmejorables vistas sobre la ría, y frente a ella hay un prado con merenderos, por el que el coche se deslizó antes de caer al mar.

El despiste le ha salido caro al dueño del vehículo, que se había bajado del mismo para pasear por el lugar. Él mismo vio cómo el coche se precipitaba hacia el acantilado sin que pudiera hacer nada.

La gente de la zona no recuerda que ocurriese nada similar anteriormente y menos aún por un despiste. El joven que perdió el coche, y su familia, no quisieron hablar con ningún periodista en este sentido y se mostraban apesadumbrados. Fue necesario un día entero para encontrar a los especialistas que pudiesen recuperar del acantilado el vehículo.

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