Recolección

Los grandes pensadores que nos rodean han encontrado la receta para luchar contra la crisis en la aAministración: sacar la mayor tajada de los bolsillos de los contribuyentes, ya sea con multas astronómicas, impuestos directos o indirectos o hasta el pago por circular caminando por las aceras, que creo que ya están pensando en ello.

Fíjense si no en lo que nos anuncian con la nueva empresa que se hará cargo del ORA en Lugo y cuyo objetivo, según la edil de economía, "no es la recaudación". Precisamente, porque no se trata de recaudar, la empresa dispondrá de un vehículo que circulará por las calles y leerá las matrículas de los coches estacionados para comprobar si tienen alguna sanción sin pagar y remitírsela. Además, un vigilante se encargará de recorrer las calles ORA para ratificar las ‘multas’ de sus compañeros como si de un agente de policía más se tratase.

Ante esta función que se atribuye a la empresa cabe preguntarse para qué está la Policía Local y, sobre todo, cómo unos señores que no tienen potestad para multar, pueden pasarse el derecho por la entrepierna.

Pero es que además a los trabajadores de la ORA se les otorgarán también funciones de vigilancia en los colegios, o sea, como guardias pero sin serlo e incluso, lo que quizás ya roce el absurdo, podrán hacer de guías turísticos, previsiblemente sin haber realizado los estudios pertinentes en arte e historia local.

Es de suponer, por lo tanto, que estos impostores policiales y recaudadores de los bolsillos maltrechos de los lucenses merecerán la atención de la Fiscalía, por usurpación de funciones a un cuerpo de seguridad, y de los sindicatos, por intrusismo.

Cambiando de tema, pero siguiendo con más de lo mismo, ¿qué me dicen de los cientos de bolardos que se han instalado por todas las aceras de la ciudad y que imposibilitan la actuación de servicios de emergencia, el traslado de enfermos, o incluso que uno pueda detenerse un momento para recoger a una persona mayor?

Como se ve, tan sólo se trata de poner trabas para tener que pagar, acudir a las calles ORA o a los aparcamientos privados y no de dar una solución a los problemas porque la recolección entre los menos pudientes está ahí, en buscar la sanción a la mínima que salte, como a esa pareja de jubilados de Sarria que cuidó con cariño una cría de jabalí que la administración les ha arrebatado, amenazándolos además con una multa (que no pueden pagar debido a su baja pensión) o si no, el embargo. Y es que en las grandes crisis, el miedo y el fascismo son caldo de cultivo.

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