Rarezas en Conforto

Foto: JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Foto: JOSÉ Mª ÁLVEZ

COMO EN la vida en general a todo hay quien gane, las carreras de desconsiderados no son una excepción. Desde hace unas semanas asisto algo pasmado a los extraños sucesos en la iglesia de Conforto. Hace ya más de dos décadas que ese templo me llamó la atención por todo lo que hay de particular en él. Desde luego es cualquier cosa salvo corriente, como atípica es la devoción que le profesan los creyentes a la virgen que allí custodian. Una talla por lo demás corriente y de escasos méritos artísticos, aunque seguramente una buena parte de su secreto resida precisamente en su humildad, que encaja perfectamente en el entorno.

Conforto, para quien no lo sepa, es una parroquia del municipio de A Pontenova que se encuentra escondida en un valle que conecta la localidad lucense con la vecina de Taramundi, ya en Asturias. En la carretera que las liga se suceden los pueblecitos en mejor o peor estado pero predominados por la presencia de Conforto, en medio de cuyo núcleo se alza una colina en la que se incrusta esta iglesia junto a un árbol del que cuelgan peticiones variopintas en forma de pañuelos y que da sombra a una fuente a cuyas aguas también se le atribuyen distintas cualidades milagrosas.

Todo el conjunto promueve que desde hace varios siglos esa virgen sea objeto de veneración a la que personas de las más distantes localidades de toda España que acuden a hacerle regalos.

Si eres párroco, y por lo tanto responsable de algo así, lo primero que hay que pensar es que cualquier cosa que hagas ahí va a tener una repercusión muy directa en la gente que cree firmemente y por lo tanto hay una virtud que debes cultivar, aunque no se encuentre entre las teologales: prudencia.

Mucho de esto faltó en todo lo que se hizo a la talla de la virgen de Conforto y cuyo relato parece estar claro, pero precisamente por eso resulta inconcebible que llegase a ser ejecutado de modo tan torpe.

Pero dejemos de lado el triste episodio de la recomposición de la talla, que parece ya definitivamente zanjado, a la espera de que el Obispado decida, esta vez sí, cómo va a recomponer la talla y cómo resolverá el atropello que le acometieron en su rostro sin su permiso.

Esta semana pasada se confirmó lo que ya varias personas habían manifestado previamente: faltan objetos de los que en los últimos años se vinieron regalando a la virgen. Y no precisamente velas de cera de las que se encienden en el templo. Cadenas de oro muy valoradas.

La única explicación existente hasta el momento proviene del cura de la vecina localidad de Riotorto, que desveló que al parecer el anterior cura de Conforto ya había recogido por escrito la ausencia de estos regalos, de alto valor económico.

Resulta realmente curioso que los propios vecinos, algunos de ellos entregados desde hace años al cuidado del templo, desconocieran por completo esta circunstancia. Hubo quien dejó de cuidar la iglesia solo para que no se lo relacionase con la ausencia de estos regalos.

Aunque no soy creyente, dispongo de una enorme simpatía por la gente que de buena fe entrega sus más íntimas querencias hacia esta forma de religión, pacífica y bienintencionada. Gente que seguramente hizo un esfuerzo para hacer un regalo a una virgen en señal de una promesa cumplida o una petición atendida. Sé que algunas de estas personas preguntaron allí dónde estaban los regalos que ellos habían hecho a esta virgen de Conforto. Una pregunta todavía sin respuesta: ¿Dónde están?

A partir de ahí, existe un largo rosario de preguntas que tienen que ser contestadas. Sé que a la Iglesia, como institución, le cuesta horrores dar pasos adelante, y se mueve muy a gusto entre bambalinas, pero existe algo que está por encima del honor de un par de personas o de la credibilidad de una institución. Se llama Código Penal, y todos nos debemos a él, desde luego incluidos todos y cada uno de los pastores de la Santa Iglesia Católica.

Me resulta inconcebible que se haga pública la ausencia de este tipo de material y que la reacción sea algo así como «vaya, desaparecieron unas cuantas cosas en Conforto». Y desde luego no por su significación religiosa, sino por su valor mundano, contante y sonante.

Hay varios responsables del Obispado a los que profeso una fe casi ciega y sé que son buenas personas que quieren hacer lo correcto. Me resultaría increíble que gente como esa, comprometida y formada, dejase correr un asunto como este. El propio obispo no debería mirar para otro lado. Luego, todo son lamentaciones.

EL GUSTO. El CCA de Foz debe afrontar retos nada sencillos

JOSÉ CARLOS PALEO ya es presidente del CCA de Foz. Como tal, podrá acceder a una serie de puertas que hasta ahora no podía abrir. La transformación de los espacios que ocupan con el paso de los años se puede ver a diario en localidades como Viveiro o Ribadeo. Son retos muy importantes y con un hondo calado social, que no siempre encuentran una sonrisa en la cara de los afectados por esos cambios. En Ribadeo hubo juramentos con algunas peatonalizaciones que ahora es inconcebible que no existan, pero hubo que tragar sapos y culebras al principio: no todo le será sencillo a Paleo.

EL DISGUSTO. Los conflictos de la educación enrarecen el ambiente

MARIÑA GUEIMUNDE se está encontrando una situación delicada como jefa territorial de Educación. No creo que se lo esperase. Cuando nombraron a José Carlos Rodríguez Andina, este tuvo una plácida travesía que no se le complicó jamás. Suele ser un departamento en el que los jefes territoriales pueden ponerse de perfil. Pero no es el caso. Gueimude debe lidiar con un miura surgido junto a su casa, en el instituto Vilar Ponte. Los padres están realmente enfadados y lo cierto es que hasta el momento no se les ofreció nada de nada. Sea cual sea el desenlace, lo mejor sería que fuese rápido.

(Publicado en la edición impresa el 13 de octubre de 2014)

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