Rajoy

LA COMPARECENCIA de Mariano Rajoy hoy ante la prensa -sin preguntas de los periodistas- debería marcar un cambio radical en la opinión pública sobre los escándalos de corrupción que alcanzan a la cúpula de su partido. El formato, sin preguntas, no es el más acertado para la credibilidad que se necesita. Es tiempo de urgente explicación tras las filtraciones sobre supuestos cobros en B y la existencia de una contabilidad no declarada. El goteo día tras día de estas informaciones -ayer la ministra Ana Mato y los regalos desde el entramado de Gürtel- presenta la corrupción como un mal generalizado que amenaza la estabilidad de pilares fundamentales de la convivencia. Es a ese mal -el de la corrupción y el enriquecimiento ilícito- al que hay que aplicar cordones sanitarios. Es a la estabilidad social y política a la que hay que dar respuesta creíble. José María Aznar hizo realidad la demanda contra un periódico. Lo que aquí no cabe cuestionar es a los medios de comunicación, se corresponda o no con la realidad al cien por cien la información que se está filtrando. La libertad de expresión aparece como una garantía imprescindible para la salud democrática. A lo que hay que dar respuesta es a los contenidos de esas informaciones y filtraciones.

JUEGO PELIGROSO

Al día siguiente del incendio de una base del 061, que supone una pérdida de más de medio millón de euros para los ciudadanos, una acción de sabotaje a una ambulancia en A Coruña causó grave retraso y problemas a siete pacientes lucenses de cáncer, que se desplazaron para recibir radioterapia (página 3). Hay que reiterar la petición de información policial sobre estos hechos graves, que se repiten. Los autores y quienes les induzcan -sin solidaridades posteriores de grupo- han de responder ante la justicia. Es una estrategia de chantaje violento.

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